viernes, 21 de junio de 2013

Un corazón lleno

Las gotas de sudor caen sobre la alfombra, una tras otra.

Acabo de tirar por última vez sola la Demo de mañana.  Cada vez que hago una Demo,  me digo a mí misma que será la última.   Son los treinta minutos más intensos,  abrasantes y al mismo tiempo,  llenos de éxtasis que he vivido en mi vida.   Sin embargo,  aquí estoy una vez más,  dispuesta a extraerle a este cuerpo el jugo al máximo.

Mientras acomodo la secuencia con la música,  empieza a llover.  También empiezan a caer lágrimas en mi mat.  Añoro infinitamente a mis queridos maestros.  Imagino ya toda la gente que está en India en la escuela,  al otro lado del mundo- algunos de ellos amigos queridos.  En India ya es hora de levantarse para ir al shala.  Aunque estamos lejos estamos unidos.  Nos une un hilo profundo tejido a nuestro corazón que se llama Yoga.  Conecta millones de personas en todo el mundo en este momento y a mí personalmente me conecta con lo que amo.

Creo que han sido unas diez Demos en toda mi carrera de yogini, cada una más intensa que la otra.  Hace muchos años que no sucede una en Namasté,  mi escuela, mi cuna,  mi hogar.   Dos queridos amigos-estudiantes de años me van a acompañar y me siento muy honrada de compartir el stage con ellos.

 El:  uno de los primeros que confió en mí y se entregó con confianza a su práctica.   Qué responsabilidad!  Ahora que veo para atrás me doy cuenta de que en ese entonces yo no tenía más que pasión pura,  poco conocimiento técnico aunque mucha esperanza. Sin embargo,  él vino a clases mucho tiempo y ahora hace unos pocos meses regresó- luego de cumplir faenas familiares y laborales que apremiaban.

Ella,  una enamorada de su alfombra y de todo este mundo etéreo.   Un ser lleno de pureza y fuerza,  lista para dar el siguiente paso sin titubeos.  Tiene una de las prácticas más constantes que he visto, la veo en el Estudio 3 o 4 veces a la semana.  Mucho tiempo compartido en un camino que amamos.

Viene mucha gente mañana y estoy muy emocionada.  He estado recibiendo llamadas llenas de cariño, regalos amorosos,  emails y flores.  En algún momento de duda y zozobra pensé en dejar todo esto y dedicarme sólo a mi práctica personal que amo.  Confusa y decepcionada por tantos obstáculos me pregunté si enseñar era realmente mi propósito de vida  o si mejor,  sólo hacía mi propio trabajo espiritual sin preocuparme de nadie más.

Sin embargo,  nunca tuve una tregua para realmente desconectarme de la gente.  Seguían viniendo.  Durante los últimos doce años he tenido la sala de mi casa llena.  Sólo los meses en India me han despegado de este cuarto de piso de madera.  Sólo mis maestros que me han llamado al otro lado del mundo. Y cuando estoy allá,  pienso en todas las cosas que voy a poder compartir de regreso.  Así ha sido por doce años.

El año pasado y este año han sido años muy difíciles:  he tenido que decir adiós a gente en quién confiaba y amaba.  Hoy rescato un puñado de recuerdos lindos sepultados bajo una montaña de confusión y dolor.  No ha sido fácil.  Pero hoy que montaba la Demo y  sentía mi cuerpo dándolo todo,  la mente enfocada y el corazón emocionado, ya sintiendo todas las caritas que mañana nos van a ver-  - - supe que estoy en el lugar perfecto para mi alma.  

Esta práctica dulce y despiadada a la vez me ha enseñando lo más importante de mi vida:  a entregarme a algo por completo.  En ningún otro lugar he podido sentirme tan viva y tan feliz como en mi alfombra.  Y sé que eso es así porque mis maestros me cuidan y protegen siempre,  aunque esté tan lejos físicamente de ellos- uno en el cielo y  otro en el sur de la India.

Imagino las caras de mis estudiantes y amigos que vienen mañana.  Veo sus sonrisas,  siento los abrazos,  la alegría de reunirse con los amigos.  Gente que aprecio y respeto tanto y que me inspiran a darlo todo una vez más. A sobreponerme a cualquier dolor que mi corazón cargue porque las cosas no han salido como yo quería.   Mis ideas de cómo tuvo que ser quedan atrás.   Estoy viva,  estoy saludable y mi cuerpo es un instrumento poderoso para transmitir algo.  Sé que cada persona que venga recibirá algo diferente,  aún cuando la energía sea la misma.  Algunos percibirán tenuemente a través de sus cortinas de humo,  otros no oirán nada.  Pero algunos-  unos pocos,  un puñado-  ellos sabrán que esto es lo que su espíritu les pide y también se volcarán,  completos y sin titubear.

Ese puñado está en mi corazón siempre,  de día y de noche.   Recibo información diaria de cómo  guiarlos a seguir adelante.  A veces es tanta información que siento que me estoy volviendo loca.   Sé que lo más importante es hacer mi propio trabajo interno y sé que siempre tengo mi alfombra disponible.  En tardes lluviosas como esta,  mientras mis bebés juegan en el primer piso, me habla y me recuerda lo hermoso que ha sido el camino recorrido y me susurra que hay más,  mucho más por venir.

Más bello todavía de lo que mi mente pueda comprender en este momento.
Más pleno y profundo.

Hace una semana estaba meditando sola en el cuarto y se hizo de noche.  Me cuesta mucho desprenderme de mis pequeñitos y a pesar de que había pedido un time-out,  alguno de ellos se escapó y vino a buscarme al segundo piso.  Escuché la puerta abrirse, pero extrañamente cerrarse de inmediato.   Les he enseñando a respetar mi espacio de meditación y práctica.  Pero esta vez fue algo especial: al día siguiente,  Gael me dijo que había visto un hombre gordo,  que estaba como embarazado,  sentado junto a mí.  Como el cuarto estaba oscuro,  no supo distinguir quién era y se asustó.  Corrió donde el papá a contarle que mami estaba embarazada otra vez...no! o que había alguien grueso muy cerca mío.

Cuando me contó la historia,  supe que había un ángel conmigo y el único que reconozco bastante gruesito es a mi querido maestro.  Quiero pensar que vino a confortarme y a darme impulso para seguir adelante.  No sé cuánto tiempo más,  pero sí el tiempo que sea necesario.

Así que mañana celebro la apertura de un nuevo ciclo.  Con el corazón bien lleno y rebosante y eso es lo realmente importante.

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