domingo, 12 de mayo de 2013

Motivación y amor de madre

Me gusta la gente que se motiva sola,  que no anda esperando que alguien más lo jale y lo entusiasme.

Vivimos en una cultura maternalista al 100% y hoy se celebra el Día de la Madre en algunos países,  aunque no aquí en Costa Rica.  Sin embargo,  el tema viene a colación y me doy cuenta de que mi país adolece de un porcentaje muy alto de mamás "gallinas":  el producto son personas que no se mueven si alguien no está detrás empujándolos.   Triste pero cierto.  Y lo veo a menudo a mi alrededor.

Incluso yo misma tuve una madre así.  Sin embargo,  aunque ella hizo todo el intento de calzar en ese molde heredado por generaciones,  gracias a Dios fue una mujer que también se rebeló ante ese rol de cuidadora eterna y alma de la casa.  Buscó su propia alma.  Y eso significa que sacó tiempo para ella, que se ausentó por épocas del hogar y también,  que no se conformó con las tradiciones que le recetaron.  Gritó,  reclamó y no se dejó.  Y gracias a Dios,  me dejó a mí tiempo sola para descubrirme.

En algún momento de mi vida,  creí que esto era lo peor que me podía pasar.  Quién me iba a indicar el camino?  Quién me iba a aplaudir cada triunfo,  vivir por mí?  Quién iba a dejar su propia vida "on hold" para vitorearme y que yo fuera el sentido de la suya?  Cómo agradezco no haber tenido una madre así y al mismo tiempo, no aspirar a ser ese tipo de madre para mis hijos.  Cómo lo agradezco.

Tengo muy cerca madres "pirañas" que siguen controlando la vida de sus hijos con un comentario o un "consejo".  Que se inmiscuyen,  que no tienen vida propia,  que no han hecho nada con sus existencias y sólo satiletean alrededor de su progenie.  Han hecho de su descendencia una prolongación de sus propias insatisfacciones y se ufanan de triunfos ajenos que según ellas,  son sólo muestra contundente de su excelente papel como mamás.

Qué peso tan absurdo cargar a uno hij@ con las expectativas que una misma no ha podido realizar! Qué doloroso vivir a través de alguien!  Ser mamá es un papel delicado y que demanda un desapego total,  a pesar del gran amor que uno siente por estas criaturitas.

Los hijos vienen a nosotros como un regalo de Dios.  No son piezas de arcilla que nos toca moldear. Ya vienen listos,  nosotras los recibimos y cuidamos para que se muestren poco a poco al mundo.  Algunos traen defectos muy grandes:  de ellos aprenderán muchas cosas. Otros traen talentos valiosos:  les toca a ellos mismos descubrirlos y expandirlos.

Recuerdo cuando mis hijos grandes tenían un proyecto semanal en la escuela y venían a mí a pedirme ayuda.  Muchos de los padres y madres les hacían a sus hijos los proyectos y estos chicos llegaban los viernes con una escultura,  una maqueta o una pintura hecha por un adulto aduciendo haberla hecho ellos. Mis hijos por su lado,  no.  Ellos llevaban su modesto dibujo,   plasticina torcida o proyecto manchado,  pero hecho por ellos mismos.  Yo los veía buscar en la casa sus materiales,  enfocar su atención solitos y presentar sus creaciones que por supuesto,  les aplaudía.

Las miradas de mis hijos a veces estaban tristes cuando llegábamos a la escuela:  ellos con su modesto proyecto- pero hecho por ellos- y los otros chicos con sus rinbombantes construcciones adultas.  Siempre les decía:  "El tuyo es el más bonito". Lástima que las maestras en general no apreciaban esta diferencia.

Según mi visión,  he criado hijos independientes y seguros.  De qué sirve que un chiquito tenga el proyecto más "bonito" si no lo hicieron ellos?  De qué sirve una nota absurda si lo que se está fomentando en las escuelas es una mentira- de que son los mejores de la clase cuando ellos no hicieron nada? Incluso ahora con mis bebés,  trato de no dibujarles nada.  Si les hago un dibujo, estoy incitándolos a que me copien.  Si los dejo libres,  crean unas bellezas que yo no podría ni imaginar.

Así que hoy a todas las madres que me leen,  no maten la creatividad de sus hijos.  No les maten el alma.  Tenemos el poder de elevarlos al cielo o el poder de destruirlos con una palabra.  Alaben sus logros,  pero déjenlos explorar.  No les cercenen la conexión divina que ya traen:  sostengan el espacio para que ellos muestren sus ideas,  encuentren su diálogo interno y luego,  muestren al mundo quiénes son.  Dénles la posibilidad de equivocarse.

No son una extensión nuestra.  No son nuestra propiedad.


No son el orgullo de la familia ni el ejemplo de nadie.

Son ellos,  cada uno un ser irrepetible que nos escogió para venir a este mundo.

Seres únicos que vienen a través nuestro a enseñarnos con tanto amor de por medio.

No nos perdamos la posibilidad de descubrir quiénes son en medio de nuestras propias inseguridades.

Señoras,  get a life.  Y dejen a sus hijos libres en sus vidas para vivirlas como están destinados.  Son seres completos,  sólo vinieron a través nuestro.

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