martes, 7 de febrero de 2012

Lo que decía Krishnamacharya de los estudiantes

Cierro este blog con algunas reflexiones que hice durante el vuelo de 10 horas a Frankfurt.  Creo que la alegría más grande de este viaje fue que Melania y Fabricio estuvieran también allá.  Sé que les tomó un montón de fe atreverse a cruzar el mundo en pos de un sueño.  Ninguno tenía seguridad de que iban a encontrar lo que buscaban.  Pero ayer que tomamos esta foto con Saraswati,  su maestra y sentí todo el cariño que ya se tienen,  me di cuenta de lo valioso que es lanzarse en pos de algo,  aún cuando uno no tenga certeza del desenlace.  Bien lo dice Krishna en el Gita,  tomar las acciones sin pensar en los resultados.

Creo que conozco un poquito más a estos dos después de este viaje y sé que se van a chillar por lo que voy a escribir. Pero es con el ánimo de inspirarnos a todos que transcribo esto.  Todos son actos de amor pequeñitos,  pero que dejan la señal de que ahí estuvo presente un yogi o una yogini.

El día que Marco y yo llegamos a Mysore,  apaleados por el viaje de 15 horas en bus desde Goa,  Mela nos había dejado una bolsita con dos botellas de agua- bien muy apreciado en India- chocolates,  palomitas y frutas secas.  Lo agradecimos tantísimo,  porque como siempre, tuvimos que esperar un rato a que llegaran con las llaves del apartamento.  Cuando Fabricio se enfermó-como todos los que visitan India por primera vez- Mela continuamente pasaba a llevarle comida,  a chequear que estuviera bien y no le faltara nada.  Incluso ahora que su mami y hermana están allá,  siempre pasaba a visitarnos con regalitos y anécdotas.

Por su parte,  Fabricio fue un excelente roommate.   A pesar de que a veces se sentía realmente mal y cansado primero por el ataque de diarrea y luego, por el Panchakarma,  siempre lo vi con una actitud serena, dándole la bienvenida a todo lo desconocido-incluído el "horrible ghee"-con la mente abierta.  Compartimos varias veces la comida y fue muy hermoso contarnos historias,  incluidas las de cómo conocimos a nuestras parejas y decidimos casarnos muy rápido ambos.   Igual que con Mysore,  cuando se abre la puerta,  uno entra.  Hay mil dudas,  pero la voz del corazón cuando habla, hay que escucharla.  Salimos a caminar varias veces y yo sabía que andaba mareado por el tratamiento, pero nunca se le fue el buen ánimo.  Con nuestro amigo común,  Murugesh,  el rickshaw driver,  constatamos que hay yogis también entre los indios y agradecimos nuestra buena suerte de no quedarnos tirados como sucede normalmente en esta tierra.  Llegó a nosotros algo así como un chofer de carroza,  consciente,  servicial y honrado...todo un hallazgo!

 Mela terminó de roommate de Sistashree, una hermosa mujer que ha estado viniendo a Mysore por los últimos 20 años sin faltar un sólo año.  Yogini,  músico,  escritora y en suma,  una maestra para todos,  nos enseñó los beneficios del Wheat Grass y los colonics- no muy agradables,  pero beneficiosos como experimenté un par de veces. Compartío con nosotros su música,  un soulful kirtan con aires de jazz y gospel.  Mela atrajo un ser lleno de regalos,  porque la luz sólo atrae más luz.  Gracias a la Sista, Marco y yo fuimos por primera vez al Lago de Mysore, un oasis de paz y belleza que es el pulmón de esta ciudad  y todos conocimos anécdotas de Guruji y su familia "in the old days",  como nos decía a menudo.

Mela terminó viviendo en la planta baja del shala de Saraswati.  Qué maravilla a las 4 am sólo tiene que subir al segundo piso!  Fabricio se pasa esta semana a un lugar más cercano.  Todas las mañanas,  Saraswati abre el chinamo así de temprano, enseña ahí hasta las 9 am y después se va al Main Shala a ayudarle a Sharath hasta mediodía.  Luego, enseña a los indios en la tarde.  Qué mujer más fuerte!  con  más de 70,  se mueve con gracia y solidez y tiene siempre una sonrisa en sus labios. Sus ajustes son gentiles pero precisos.  No se le va una!

Ayer fuimos al shala a despedirnos y les presenté a Sharath.  Le dimos las gracias por todo el trabajo tan increíble que está haciendo por difundir el legado de su abuelo y lo que nos contestó fue: "it´s my duty".  Con una claridad y una humildad,  sentimos el profundo amor por su maestro y su deber del corazón de abrazar con todo su dharma,  su destino.  Pudo haberse invitado muchas excusas,  pero dio el paso valiente,  firme y cada día se fortalece más como guía para todos.  Lo invitamos a venir a Costa Rica,  su esposa Shuti estaba también ahí. Lo que nos contestó fue que tenía que esperar a que sus hijos estuvieran más grandes,  se le nota que le cuesta separarse de  Shradda, que tiene 10 años,  y Shambo,  que tiene 4.

Rodeada de estos increíbles seres,  incluyendo por supuesto a mi querido Marco,  que regresó para sostener a la familia en Costa Rica,   dejo India con un sabor nuevo en la boca.  Ya no es sólo mi experiencia personal la que llevo conmigo,  ahora es una experiencia compartida.  Son ya tres ticos más en Mysore que con su presencia,  luz y actos amorosos le dan a nuestro shala una muy buena imagen en el mundo del Ashtanga.  A mí que me ha tocado estar en este ambiente algunos años y he desarrollado esa capacidad de saber cuándo un estudiante ejemplifica con su vida las enseñanzas del Yoga y cuándo no.   Hay tanta pose y es muy triste.  Los estudiantes son el testimonio del trabajo del maestro. Por eso,  me decía la Sista,  "you see a teacher through his or her students."

Será por eso que Krishnamacharya era muy "picky" a la hora de aceptar un nuevo estudiante.  El decía que un buen estudiante le da buena fama a su maestro.  Igual,  que uno mediocre o malo,  lo que hace es difamar las enseñanzas,  las cuales probablemente nunca siquiera siguió ni entendió.

Regreso con el corazón lleno por Mela y Fabricio.  Agradeciendo tener el buen karma de haberlos conocido e impulsado a mandarse.  Con la seguridad que el material humano que tenemos en Namasté no se ve todos los días en el mundo moderno del Yoga.  Cada estudiante de nuestro shala tiene tanto potencial y deseo genuino de crecer espiritualmente.  Ya la experiencia no es sólo mía como había sido por tantos años.  Yo regresaba y  a veces sentía que hablaba como si regresara de la luna.  Ahora somos varios que podemos contarles...y por supuesto, invitarlos a creer que sí se puede y a cultivar y abonar todos sus sueños. 

Que la parte dentro que nos dice que no lo merecemos se muera como una hierba mala.  Que el ejemplo de Mela y Fabricio nos inspire a ir más allá de los espacios comunes y a volar en un cielo nuevo,  con la limpieza y brisa fresca de los atardeceres en Mysore.

un abrazo,  queridos amigos!  Los esperamos,  aquí estaremos respirando y haciendo,  por muchos años más...yo al menos hasta el último día.  Espero que muchos más me acompañen en este viaje que nunca se termina y cada vez se pone más chiva.

All is coming.









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