jueves, 2 de febrero de 2012

Hoy el tema es el miedo

"Lo que nos detiene en la vida es esa maraña inexplicable llamada miedo.  Nos mantiene en nuestras zonas de confort...que aunque parezca mentira,  son los lugares más arriesgados para nuestra alma.  Cuando hacemos lo que tememos,  le quitamos al miedo el poder que algún día nos robó, porque al otro lado del miedo,  está nuestra fuerza. Cada vez que avanzamos en la incomodidad del crecimiento,  nos volvemos más libres.  Y entre más miedos atravesamos,  más poder reclamamos."

Leo estas palabras de un libro que me encontré en una cafetería aquí en Mysore,  Las cartas secretas del Monge que vendió su Ferrari.  Me encontré el libro y lo empecé con cierto escepticismo.  Sin embargo,  me ha sorprendido con varios párrafos,  incluido el anterior.

Lo más triste de crecer y vivir siempre con miedo es que siempre sentí que cada paso que daba era en el aire.  Como si de pronto,  todo lo que construía y amaba pudiese derrumbarse como un castillo de arena.  Sé que la realidad de la vida implica reconocer su fragilidad.  Sin embargo,  todos los días recibo señales de que hay una solidez nueva en todas las experiencias,  incluso las más grotescas y dolorosas.

El próximo sábado 4 de febrero cumple Theo dos añitos.  Hace dos años,  estábamos los dos en un cuarto de la Clínica Católica,  él todavía dentro de mí.   En el cuarto,  había una piscina,  estaba mi doctor,  partera,  marido,  hija y cuñada.  La labor inició a las 2 am.  Yo estaba tranquila, anticipando un parto rápido y hermoso.  Cuán equivocada estaba!  el parto de Theo fue la experiencia más espantosa de mi vida,  lo recuerdo y puedo sentir la muerte acariciándonos,  implacable,  fría...  Después de muchas horas de contracciones fuertísimas en el agua,  mis energías desgastadas y ya muy cansada,  me dí cuenta que algo no estaba bien.  El bebé estaba casi afuera,  podía sentir su cabecita.  Sin embargo,  con 10 centímetros de dilatación,  pujaba con increíble dolor y ya sin fuerza sin ningún resultado.  Me preocupé porque vi que mi doc cambió la cara.  Siempre es tan jovial y despreocupado,  lo llena a uno de confianza y alegría.  Pero ví una sombra en su rostro que me anunció que habían problemas.

Me habló y me dijo que tenía que salirme del agua.  Yo estaba entumecida por las largas horas acuclillada y además,  en esa especie de trance en que las madres entramos cuando traemos al mundo a nuestros hijos sin intervención ni anestesia.  A muy duras penas,  con aquella panza que pesaba un mundo fuera del agua,  me salí y senté en un banco a esperar a un anestesista que estaba pegado en la presa de La Uruca a las 8 de la mañana.  La presa de la Uruca es así como la peor de todas!  sólo recuerdo estar sentada,  desnuda completamente, en ese banquito frío mientras iba pasando una a una las contracciones.  Estaba rodeada por mi partera y mi querida hija, que al igual que Marco y mi cuñada,  ya tenían cara de susto porque nada parecía moverse.  Al punto que la pediatra se tuvo que ir porque tenía una cesárea programada!  fue como que quedamos el bebé y yo suspendidos en el tiempo...nada se movía,  algo terminaba...de pronto,  sentí movimiento en el cuarto y entraron un montón de enfermeras y se abrió paso el anestesista..finalmente.  Me empezó a hablar y yo no entendía nada de lo que me decía.  Me puso la epidural y luego me pasaron a la cama.

Lo que sigue es vago en mi memoria.  Marco estaba a mi derecha y Uva a mi izquierda.  El doctor metió la mano hasta el codo para tratar del voltear a Theo.  Yo estaba ya más del otro lado que ahí.  De pronto,  vi algo que brillaba entre sus manos y conocí los fórceps.  Ya no tenía fuerza para resistir,  el miedo de pronto se disipó y sólo sentía las manipulaciones del doc entre mis piernas y de Marco y Uva empujando mi estómago con todas sus fuerzas.  Dicen que cuando ya uno está cerca del otro lado, viene una sensación de relajación y let go.  Puedo decir que la sentí.  Marco dice que vio la cabecita del bebé y estaba azul.  El doctor hacía su mayor esfuerzo para sacarlo y no salía.  Al tercer intento,  según me contaron después, finalmente salió envuelto en meconio.  Nada recuerdo de ahí,  sólo cuando Marco lo trajo para que lo viera y los dos nos soltamos a llorar,  con un sollozo que nunca he sentido antes....de tan adentro,  verdaderamente desde el espíritu,  agradeciendo la vida de este pequeñito que había decidido al último minuto quedarse con nosotros. Agradeciendo mi propia vida que ya se disipaba esa mañana en la Clínica Católica.

En fotos Theo recién nacido parece un pequeño indio chinito y rojo. Yo no me acuerdo de su carita.  Pero sí que  cuarto se iluminó con la luz de la mañana y unas cortinas naranja que iluminaron todo.  Debido a que me dieron cuatro dosis de anestesia más de lo normal,  empecé a sentir que se me dormía todo el cuerpo,  incluso el reflejo de tragar y ahí fue cuando sentí el miedo más terrible:  no podía respirar.  Muy mareada,  traté de relajarme,  sin embargo, no quedaba más que esperar a que el efecto de la anestesia pasara.  Fueron minutos de tensión,  inquietud y tremendo susto.

Recordando esos momentos de zozobra,  no me extraña que después del parto entrara en depresión.  Debido a la manipulación de mi cuerpo en la emergencia,  una de mis caderas se desgarró por dentro y ya en la casa con el bebé recién nacido,  sufría dolores todo el día y toda la noche.  Entré en un estado que no conocía:  la oscuridad de la tristeza más profunda.  El bebé estaba ahí,  pero yo no sentía ninguna conexión,  los efectos del miedo lo tapaban todo.  La ternura,  la suavidad y  la belleza de este pequeñito estaban empañadas en mi consciencia por el impacto de su venida en semejantes circunstancias.  Lo alimentaba,  lo ponía en su cuna, y veía por la ventana un árbol que se mecía con el viento.  Recuerdo ese árbol como mi único compañero en esos días de oscuridad.

Imposible practicar.  El dolor en la cadera con costos me dejaba caminar.  Finalmente,  con mucha resistencia,  fui a un ortopedista quien me anunció que podía despedirme del yoga para siempre.  Que necesitaba operar unas calcificaciones que probablemente estaban creando el dolor y que me preparara para la cirugía.

En ese momento,  quería morirme.  Tales noticias se toman con tristeza en un estado normal,  pero yo deprimida y me sale con eso,  diciéndome que tenía que abandonar mi pasión....fue demasiado.  Decidí sin embargo no intervenir mi cuerpo y esperar a ver si había algún cambio.

A los cinco meses de Theo,  para rematar el asunto, recibimos la noticia de que estaba nuevamente embarazada.  Simplemente,  i lost it!  mi cadera seguía mal y un nuevo embarazo sólo significaba más peso sobre los ligamentos ya dañados.  Y ahí fue donde encontré el momento de surrender más fuerte que he vivido en mi vida:  una parte mía inmediatamente empezó a planear el aborto.  Teníamos un viaje a Estados Unidos planeado para hacer mi examen de certificación en YogaWorks y todo pareció alinearse para deshacernos del "problema". Nos fuimos con Theo,  según yo totalmente convencida de mi decisión y sin un ápice de duda.

Y una vez en California,  me dí cuenta de que tomar una decisión así,  en mi caso particular,  sería la decisión que oscurecería mi vida para siempre.   Que cada día lamentaría esa muerte y que mi corazón viviría en eterna depresión. En muchos momentos flaquee,  flaqueza compartida con Marco porque este baby no estaba en nuestros planes de vida, ni de pareja,  ni de familia.  Flaquee pero algo adentro mío ni titubeó.  La respuesta de mi humanidad dijo NO.  Rotundo,  certero,  total NO.  A esto,  agrego el apoyo incondicional de nuestra amiga Uva.  En una sesión con ella,  nos hizo ver claramente la fuerza de esta alma de venir a nosotros en circunstancias tan severas, sin esperar nada. Recuerdo que ese día, Matías se volvió mi héroe. Cuánto aspiro a ser capaz de traer amor incondicional a todos a mi alrededor, sin esperar nada para mí. Y este ser que palpitaba dentro mío me lo estaba enseñando, mandándose con unas cartas tan malas y aún así, apostándole al Amor.

Echamos para adelante y ahora me encuentro aquí en India, escribiendo sin el más mínimo dolor en mi cadera.  Dos años de paciencia,  práctica constante y  sin cero expectativas.  Nunca esperé regresar a Mysore.  Nunca esperé poder ponerme la pierna detrás de la cabeza...ni en sueños.  Hoy reconfirmo que quedarnos con este precioso bebé fue la mejor decisión que pudimos haber tomado. Matías es la luz de nuestra casa.  Theo, por su parte,  pasó de ser un bebé abandonado por su mamá en tiempos de desesperación,  a convertirse en el ser más lleno de ternura y gracia que he conocido.  Siempre fue así,  pero yo hasta hace poco lo pude apreciar. Mis tres bebés me han probado a muchos niveles.   La decisión de tener a Gael fue un gran paso para mí. Yo ya había terminado mi etapa de maternidad,  Gabriel tenía ya 10 años y estaba ahora lista para viajar por el mundo y dedicarme a mi amada Yoga.  Había regalado todos los chunches de bebé y en la casa sólo había gente grande.

Pero la vida tenía otros planes.  El llamado del amor es muy fuerte para pasar de largo.  Y les cuento esta historia porque aún en medio de la oscuridad y el miedo más allá de la vida o la muerte,  hoy puedo ver para atrás que alguna parte de mí estaba cuerda y conectada.  Eso me da una fe inamovible que lo aprendido ha dejado huella,  de que aunque mi ego refunfuñe y se contorsione,  algo ha crecido en mí que no estaba ahí antes.  Una fuerza que no puedo llamar mía.  Un amor que va más allá de la capacidad que yo creía poder contener.

Los dos años de Theo simbolizan para mí no sólo dos años de tener un maestrito en nuestra casa,  sino dos años que me han hecho crecer más que ningunos otros dos años de mi vida.  A este sobreviviente de la muerte y el terror,  mi amado Theo y a ese héroe que llegó en tiempos difíciles pero decidió quedarse,  Matías...gracias por enseñarme el valor en el más puro sentido de la palabra.

Happy Birthday, mi amor!
te amo
Mami



















2 comentarios:

  1. Me sacaste las lágrimas...
    Recuerdo todo como si fuera ayer. Que momentos más difíciles. Yo aprendí también el amor incondicional gracias a estos eventos: Esos meses antes y después del parto, yo solo estaba ahí, sosteniendo a los bebés y estando a tu lado (aunque no recibía nada, generalmente no era bueno). Y confiaba en tu naturaleza buena y sublime. Hoy agradezco esa confianza porque vos y los bebes florecen cada día más de formas insospechadas. Los 3 me sacan las sonrisas más sinceras y la alegría más absoluta de mi corazón.

    Theo, Matías y Gael siguen preguntando por vos, señal de que la conexión va más allá del tiempo y el espacio.
    Todo está bien... Lo importante está bien...
    Pronto no veremos todos.

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  2. Yo también lloré, por la historia de amor que acabas de contar y por mis miedos. De corazón, muchas gracias!!! Me sentí acompannada e inspirada para ir más allá y romper mis obstáculos :) buen viaje!

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