lunes, 8 de febrero de 2016

Epifanía

Leo esta mañana una cita de Carlos Castañeda que me deja estupefacta:

" El poder personal decide quién puede y quién no puede sacar provecho de una revelación."




El despertar es, por tanto,  una decisión.  Sin embargo,  para tomar tal decisión debemos dejar de tomar un montón de otras decisiones que nos hacen perder fuerza,  que nos distraen y llenan la mente y el día y nos ponen a girar en la noria de una vida sin sentido.

Esta vida requiere un significado profundo que acomode todo en su lugar. Hay ya tantas  que corren sin saber hacia adónde van,  que se afanan sin hacerse las preguntas importantes.

Que saltan de un lado a otro intentando huir de algo.

Todos estamos destinados a despertar. Sino no estaríamos aquí: en esta escuela de la vida tan ardua que algunas veces que nos pide soltar todo aquello que anhelamos.  El músculo del soltar es el pre-requisito de un buscador espiritual.  Cada experiencia que topemos demandará tarde o temprano dejarla ir.  Pueden ser minutos,  pueden ser días o años.

Igual:  en esta vida todo es temporal y por ello,  tan hermoso.

La pregunta es qué es el poder personal.  Es aquel poder que cultivamos per se con el afán de buscar el protagonismo?  Es aquel que deseamos tener para poder controlar a otros?  Definitivamente que no.  El poder personal es la relación cercana que guardamos con nuestra esencia,  con nuestro Ser Verdadero.  Ese que nunca muere,  ese que sobrevive tormentas y tempestades y que siempre está bien- aunque a veces nuestra personalidad caiga en los dramas.

En la práctica que hago intentamos de alguna forma des-identificarnos de los rasgos de la personalidad,  esos que precisamente nos han causado tantos desengaños en el pasado. La personalidad o el ego,  esa máscara que todos aprendimos a usar desde pequeños para agradar a los demás,  tiene que caer.  Claro que no cae por arte de magia:  primero tenemos que querer que caiga. Algunos seres viven muy cómodos en su ignorancia y continúan acumulando "éxitos"  en una carrera sin cuartel hacia más posesiones,  fama o poder.  Esto siempre es una calle sin salida.

El secreto es buscar e ir hacia donde nos lleve nuestro corazón.




Hay caminos de caminos,  pero un camino con corazón es aquel que siempre nos dará refugio y que nos ayuda a estar más sensibles,  más abiertos.  Si el camino que escogimos nos empodera es porque nuestro maestro desea que seamos independientes,  autónomos y que tomemos la vida por los cuernos.  Un camino que fomente la dependencia no es tal,  es una contradicción en sí mismo.  Un camino que tenga jerarquías también.  No hay jerarquías,  sólo algunos que llevamos más tiempo caminando.  Y esto tampoco es garantía de avance,  es simplemente muestra de que algunos de nosotros somos más duros de pelar.

Quién puede entonces sacar provecho de una revelación?  Qué es una revelación?

Una revelación es la forma en que Dios nos habla.  A veces creemos que nos tiene que hablar de una forma determinada.  Generalmente el mensajero llega de la forma más inesperada y vestido distinto a cómo lo imaginamos.  El mensaje que nos trae demanda que hagamos cambios internos y a veces es un mensaje tan importante que demanda que cambiemos nuestra vida entera.  Cada caso es distinto. Lo cierto es que todos podemos descifrar nuestro destino si damos chance a esos mensajes, si estamos listos a escuchar.

Quién está dispuesto a escuchar algo que tal vez no vaya con sus planes?
Quién a poner en marcha acciones que desafíen su comodidad?




Durante mucho tiempo intenté sostener lo insostenible.  El llamado de mi alma era demasiado fuerte. Me han pedido mucho más de lo que imaginé sería posible para mí soltar.  Y aprendí a vivir en ese continuo dejar ir. Cuando viene a mi regazo algo que anhelo me permito sentirlo en toda su inmensidad y inmediatamente me preparo para soltarlo.  Podría decir incluso que vivo en un letting go diario,  constante de todo y de todos.  Esto gracias a mis maestros,  por supuesto.  Sola estaría más agarrada que una mona. Pero es precisamente por eso que los encuentros son ahora tan significativos: aprecio cada instante como si fuera el último y agradezco segundo a segundo los mensajes.

La semana pasada sufrí una fulminación de corazón que no he sentido desde hace muchos,  muchos años.  El mensajero en cuestión me entregó su mensaje y desapareció.  Y desde hace una semana he estado muy movida,  intentando no aferrarme.  Pidiendo ayuda,  rezando a diario por fuerza.  La revelación llegó pero mi poder personal flaqueó.  Comprendí que tengo dos opciones:  echarme a llorar por lo que no fue o sacar provecho de mi revelación,  mensajero incluido.  Escojo lo segundo porque sé que lo primero no me va a llevar a ningún lado.



Aceptación,  ese es el mensaje.
Confianza:  el mensaje sucedió.  No lo imaginé ni lo soñé.
Alegría:  el mensaje me ha movilizado enormemente a nivel interno.  

No es eso todo lo que los buscadores espirituales pedimos?

Estoy realmente dispuesta a escuchar.  También a permitir que todo suceda sin mi intervención.  En el pasado trataba de forzar los acontecimientos,  de dirigir la Vida a mi discreción.  Ahora sé que no sé nada:  sólo sé que deseo despertar más que nada y para eso tengo que ser consecuente.   Cuesta mucho aceptarlo pero en este proceso estoy.

Para ello me he estado preparando ya por mucho tiempo.

Así que escojo dar la batalla:  rindo mi escudo y mi espada y me preparo a escuchar cuál es el próximo paso.

Uno que incluya mi corazón,  por supuesto.
Uno que no cause daño a ningún ser.
Uno que se sienta tan honesto y potente que pueda sentirme orgullosa y tranquila por el paso dado.

De eso se trata para mí esta vida.















No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.