martes, 27 de mayo de 2014

Coincidir

La vida se muestra fragante y generosa -  y en este estado de bienaventuranza contemplo su paradoja.   Estos días me he dedicado a observar todas las flores de mi jardín:    incluyo aquellas un poco marchitas y cansadas.  También tienen su belleza y me acompañaron cuando estaban frescas y llenas de vida.  Las quiero y llevaré siempre en mi memoria,  pero sus pétalos caen y no puedo hacer nada al respecto.

El proceso de dejar ir-  lo que sea,  está teñido de una melancolía muy hermosa.  De pronto,  todo lo que queda son los recuerdos hermosos.  La memoria se vuelve selectiva.  Por supuesto,  el trabajo espiritual permite avanzar más rápido y no quedarse pegado en remordimientos y rencores.  El Yoga me ha enseñado a recibir lo nuevo y soltar lo viejo con más eficiencia... yo misma no tengo que hacer nada.  Todo se mueve a mi alrededor y sólo tengo que estar lo suficientemente consciente para apreciar lo que llega con la mente y el corazón abiertos.

Y despedirme de lo que se fue...sin darle mucha vuelta. 

Después de mucho tiempo de sentir que habitaba en una cueva oscura,  de pronto el mundo se abre ante mí.  Siento como si estuviera renaciendo en todos los sentidos.  Puedo ver más claramente la belleza de otros seres- humanos y no humanos.  Puedo apreciar la Naturaleza y respirarla con nuevos pulmones.  Soltar es un acto de fe que no tiene garantías.  Pero en realidad,  nada tiene garantía en esta vida.  Sólo respirar ya es la máxima confirmación de que Dios me quiere aquí ahora.  Eso es suficiente para mí.

Mi labor en este momento consiste en moverme hacia aquello que realmente me atraiga,  me atraiga inexorablemente.    Un "Hell of a Yeah"- decía mi amiga inglesa Maggi,  descanse en paz.  Este ser llegó a mi vida en condiciones muy peculiares:  nos conocimos hace más de siete años en una playa costarricense.  Su sentido del humor british era realmente flemático y aprendí de ella cosas que necesitaba en su  momento. En esa época yo tenía un novio que, como decimos aquí en Costa Rica,  "no ponía el huevo"- es decir,  fluctuaba entre la ambivalencia del amor más intenso hasta la indiferencia más espantosa.

Maggi me vio en tal faena y probablemente se compadeció de mí.  Vio claramente que no iba para ningún lado.  Ahí estaba yo,  en una playa lejana a mi hogar,  intentando hacer funcionar una relación donde el otro andaba entre despistado,  asustado y escurridizo.  Estaba claramente remando contra corriente.  Me habló una tarde frente al mar y me dijo con su acento inglés:

                  "Wha the f....are you doing?  
                   Just drop it.  
                   If it´s not a Hell of a Yes simply let it go..."

Sabia Maggi.  Sus palabras fueron escuchadas en el acto y ahí mismo batee al susodicho.  No que no me costara lágrimas de cocodrilo, pero ahora veo todo hacia atrás y fue lo mejor que pude haber hecho.  El caballero en cuestión no estaba en nada.  Y yo pude continuar mi camino y vivir cosas importantes para mi crecimiento interior.  Si me hubiera quedado ahí probablemente estaría todavía en una relación a medias.

Creo que la regla de Maggi es una de las reglas de oro en mi vida.  Me he vuelto muy selectiva.  Me quedo sólo con el oro.  El oropel y las baratijas me dan pereza.   Y no es cuestión de altanería ni vanidad,  sino un tema de tiempo meramente.  Mi tiempo es tan corto- aunque fueran cien años es poco para recorrer este mundo maravilloso y conocer a la mayor cantidad de gente linda que pueda.  No puedo perder el tiempo con gente que no está dispuesta a vibrar al cien por ciento,  que no quiere poner toda la carne en el asador-  o los vegetales para mis amigos vegetarianos.

Mi mente me pone muchas veces a dudar si existirán seres humanos como yo,  comprometidos al cien por ciento con ellos mismos a tal punto de tener claridad sobre lo que quieren y no quieren y que no se conforman con aguas tibias.  Tengo que decir que  he tenido el placer de conocer a algunos seres así  y me inspiran totalmente.    La mayoría de los humanos sin embargo se esconden en sus dudas,  se aferran a sus miedos.  No se arriesgan.  No pierden nada pero tampoco conocen nada.  Son esclavos de mentes enfermas por la paranoia de nuestros tiempos:  la falacia de que nunca vamos a morir y somos seres eternos.

Será que yo ya desperté a la realidad de que voy montada en el Titanic.  No sé cuánto tiempo durará este viaje, pero sé que cuando el barco finalmente se hunda podré decir que realmente viví con todo. Y sería lindo compartir el camino con almas parecidas.   Y tal vez, sólo tal vez,  seres de mi misma especie estén leyendo este relato.

Si es así y estás en algún rincón del mundo,  me encantaría conocerte.  Será que me devolvés la fe en que soy un bicho raro más entre muchos... 

Será que podemos compartir el amor por estas existencias efímeras,  fugaces y tan absurdamente hermosas-  será que podemos coincidir en el tiempo y el espacio y hablar de absurdos existenciales...



dejando atrás los miedos,  apostándole al Amor y la Fe.  

Será que otro cronopio o fama está por ahí en el mundo pensando exactamente lo mismo que yo en esta tarde fresca  de mayo...

Así sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.