viernes, 23 de mayo de 2014

De amores

Mis transformaciones más reales y profundas han llegado en mi vida unidas a ese lugar de "no saber qué viene..."

Lo llamo la raíz de todo lo potencialmente hermoso.   Es como estar de pie en medio de un jardín abierto y no saber si va a llover,  si el sol nos va a quemar o el viento soplar.  Estoy ahí,  en mi montaña interna, serena,  agradecida con la Vida simplemente por sentir mis pies en la tierra.  La tierra húmeda me recuerda mi propia humedad interior:  esa fecundidad que llevamos las mujeres por dentro.  Dénnos una pequeña semilla y creamos  desde vida hasta amor por toneladas,  pasando por todos los colores del arco iris y todas las emociones de esta existencia.

Alguien me dijo una vez que cuando uno sabe hacia adónde va,  hay que moverse.  Moverse cómo si no hubiera más tiempo.  Con prisa y decisión.  Con determinación y mucho valor.  Sé que debo moverme pronto,  sin embargo,  mis pies se aferran a esta tierra húmeda y perfumada que me sostiene.  Sé que pronto tendré que volar de aquí y aunque no estoy segura cuál será mi destino,   sí sé que cuando alce el vuelo será para no ver nunca más atrás.

Siento como si de mis pequeños muñones llamados escápulas empezaran a crecerme alas.  Van una pluma a la vez,  fuertes y delicadas.  Mi cuerpo se siente liviano y valiente al mismo tiempo.  Esas alas me llevarán lejos y al mismo tiempo,  más cerca de mí misma.  Volaré sin ataduras,  la única atadura posible el amor verdadero.  Y cómo hago para identificarlo?  La única posibilidad es poder vaciarme lo suficiente de conceptos,  heridas y resentimientos.  Sin espacio el Amor no entra.  Se queda afuera esperando a que uno ponga la casa en orden.  Si existe el más mínimo asomo de rencor,  da media vuelta y se va.  Es irreductible.  No se va a compartir en un espacio contaminado.

Existen muchos tipos de amor.  Algunos no tienen nada que ver con él.  De hecho,  son simulacros muy tristes de una imagen construida- pero sin contenido.  Otros se sienten más aterrizados, más reales.  Su carácter es el ser amables e incondicionales.  Tiñen nuestras vidas de dulzura y bienaventuranza.  

Hay amores mediocres,  desteñidos. Otros demasiados coloridos y escandalosos. Hay amores dramáticos,  tragicómicos y disparejos.  Otros sublimes,  eternos y puros.  

Y después de todos,   están los amores infalibles,  esos que apuntan directo al centro del alma.  Hay señales contundentes de que nos rondan,  aunque nos hagamos los tontos.  Tienen un cierto olor, una cierta presencia que nos acaricia el espíritu y nos devuelve la alegría.  Son amores claros y transparentes,  sin agendas escondidas.  Sólo anhelan dar y recibir.  Sentir la vida en todo su espectro.

Contemplo todo el amor que me rodea.  La Vida se está mostrando generosa y abundante en este momento.  Mis ríos corren con agua limpia,  recibo la lluvia con gratitud y las plantas de este jardín están en flor.  La tormenta ya pasó y hay una profunda calma en este oasis.  Como si alguien muy importante estuviera a punto de llegar.  

Un alguien que no puedo siquiera imaginar.

La mente entra en fallo al realizar que lo desconocido no es su terreno.  No le gusta estar aquí de pie "haciendo nada".  Acostumbrada a sacar cuentas,  hacer sumas y restas y luego caja chica, estar muy ocupada y sentirse muy importante-  el lenguaje del amor es para ella desconocido y abrupto. Padece de un reduccionismo crónico que sólo la hacer sentir más fuera.  Pobrecita.  Porque ella no está invitada a esta fiesta y se va a perder de la mejor parte.

Y así es que de pronto, mientras escribo,  decido que hoy me voy a atrever a dar ese pequeño pasito.  Pequeño,  torpe,  pero tan mío.  Sobre todo honesto.  Porque el destino que me espera me aguarda con un ramo de rosas  frescas y perfumadas.  Y tengo que ir a su encuentro:  es inevitable el encuentro.

Observo las cosas pequeñas que me rodean mientras me atrevo a moverme:  los zacatitos tiernos,  las orugas y mariquitas que viven en este lugar.  Me quedo sorprendida de que un pequeño gusano se cruza en mi camino como diciéndome: 

" Pero qué está haciendo? No ve que casi me maja?"...

Con cuidado lo esquivo...sin hacerle daño ni mucho menos.
Y ahora el camino está despejado,  mis pies descalzos listos para correr al encuentro de mi vida. 

Despacio, muchachos,  despacio...

Disfruten cada paso que ahí está encerrado todo...


el éxtasis final por anticipado viene pasito a pasito.
en pequeñas dosis.


1 comentario:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.