martes, 26 de febrero de 2013

El pelo y los apegos

Hoy cumple años uno de mis maestros de vida.

Me levanté temprano como siempre,  abrí mi alfombra por dos hermosas horas y luego, mientras me bañaba,  me llegó una extraña información:  "Córtese el pelo y déselo como regalo".

" Ay, Dios mío..."

He de decir que experimenté una fuerte resistencia a lo que escuché dentro de mí tan claramente.  Mis maestros muchas veces dicen que hay que tener cuidado con esos "hunches"  que le llegan a uno:  a veces,  no son más que delirios de la mente y sus rollos.  Bueno, la cosa es que me quedó bien decirme eso y no le di más vueltas al asunto.

Sin embargo, me quedé con la espinita.  Estoy en un momento de mucha apertura en mi vida y quiero seguir cayendo.  A veces,  esa locura es exactamente lo que necesitamos para movernos.  A veces,  algunos de nosotros nos resistimos con todo lo que tenemos a cometer una locura...menos complicado,  menos impredecible.

En fin, decidí dejar la decisión al destino. Llamé a la peluquería: si tenían espacio,  lo hacía. Si no,  no.  Ja..."casi nunca tienen espacio si uno llama el mismo día"...

"además,  tengo el pelo muy bonito y ya me ha crecido bastante"...ah, y  por supuesto:

" es luna llena y no sería una buena fecha".

Entre semejantes pensamientos,  llamé y sí tenían espacio!!  ahora sí,  qué hago?

Por un lado,  sentí una fuerza poderosa que me invitaba al cambio y a la renovación.  Decidí hacer una encuesta en Fb con mis amigos y recibí respuestas que me impulsaron...otras que me disuadieron.  Agarré el carro y terminé sentada con mi peluquero explicándole las razones de la decisión. Como es un buen amigo,  se moría de risa y me recomendó conseguir una caja bien bonita para depositar el regalo.

Los siguientes minutos fueron de una extraña sensación en la boca del estómago mientras escuchaba el sonido de las tijeras y la sensación de mi cuello destapado.  Depositamos el cabello en la caja: sentí como si me hubiera quitado un montón de emociones viejas de encima.  Al mismo tiempo,  vi en el espejo un ser diferente,  tal vez por el simple hecho de haberme desprendido de algo tan inherente a mi imagen desde muy joven.

Mientras escribo, todavía con la sensación de pelo en mis hombros,  me alegra saber que el desprendimiento,  cuando viene de un lugar de amor y devoción,  nos deja una sensación de paz interna y serenidad.  Los chicos me vieron y se rieron mucho...eso me gustó.  Mi marido me ha visto con ojos nuevos desde hace unas horas.  Y yo sólo pienso en ese pelo que yace en esa cajita,  símbolo de que alguien hoy en este mundo estuvo anuente a cambiar.

Podemos vivir vidas predecibles,  con imágenes que nos hemos construido con mucho esfuerzo de quiénes somos, qué tenemos que hacer y hasta de cómo tenemos que vernos para los demás. O podemos apostarle a la locura momentánea,  a los mensajes más allá de la mente y dar un paso en falso... quién sabe.


Tal vez terminemos con esa sensación tan bonita de ser un poco más nosotros.


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