domingo, 3 de febrero de 2013

Ultimo día en India

Me despierta el canto de los pajaritos,  los perros que ladran a lo lejos y el sonido de los scooters en la calle.

Me despierto con ese olor inconfundible de este lugar amado,  una mezcla de humo, incienso y  tierra limpia.

Theo.

Hoy cumple tres años mi bebé Theo.  Es mi sexto y el que me enseñó el valor de la vida.  Casi morimos en el parto y su presencia es algo que no doy nunca por sentada.  Igual que la del resto de la gente que amo.  Cada encuentro es un milagro,  cada sonrisa, cada mirada.  Theo ha sido mi maestro en el arte de la vida y para poder apreciar la vida, necesitamos saber que la muerte siempre está ahí,  a la vuelta de la esquina.

He aprendido a no temerle a la muerte, sino a considerarla mi compañera en este viaje de la vida.  Me ha enseñado a apreciar cada segundo que respiro,  cada paso que doy.  Hoy,  a punto de emprender el viaje de regreso de casi 3 días,  me voy con el corazón lleno y al mismo tiempo,  vacía de expectativas.  Para estar realmente presente,  me funciona tomar cada instante en toda su belleza,  más allá de lo que mi mente desearía o esperaría.  Así he aprendido a vivir más tranquila,  por encima de las decepciones y reírme un poco más de ellas.


India.

En esta amalgama de hindúes, musulmanes,  jainistas, cristianos y budistas,  todos tienen en común su descomunal devoción a Dios,  sea cual sea el nombre que le pongan.  En mi caso,  quiero hacer de cada  relación una oportunidad para honrar la fuerza de vida en el otro,  ese espejo que me muestra el milagro de estar vivos,  de simplemente ver y oír,  hablar y escuchar,  el milagro de compartirnos.

Con esa base fuerte,  como dice mi maestro,  el Yoga viene solo.  Sin ella,  es muy fácil claudicar.  Sin el contexto de una profunda gratitud por el silencio, por este mundo lleno de contradicciones,  por nosotros mismos y por cada ser humano- una paleta de colores-,  sin ese contexto es muy fácil rendirse.  Olvidar que es imperativo,  si queremos vivir una vida plena,  estar receptivos.  Es muy difícil mantenernos receptivos si nuestro cuerpo duele,  si nos estorba,  si la mente está ansiosa,  con miedo o enojada.

Necesito una base cada día para salir al mundo.  Mi práctica de yoga me la da.  Sin ella,  soy uno más de esos seres humanos tristes,  opacados,  viviendo al día,  sin sueños.  Me pierdo en mis propios pensamientos,  a veces incluso en los dictados de mi corazón que podrían confundirme.  No quiero distraerme,  quiero estar presente, sobria,  despierta.

Lloro mientras escribo lágrimas de añoranza por mi bebé cumpleañero al otro lado del mundo.  Lloro también porque me voy y quisiera quedarme.  Porque hoy me despido de mis amigos y de mi maestro y no sé si los volveré a ver.  Eso desearía con todo mi corazón, pero la vida es inesperada.  Y aún así, tengo fe en que estamos juntos,  todos, a un nivel más allá de las palabras, las miradas y los abrazos.  Aunque me gustan mucho las palabras, las miradas y los abrazos!

Empaco mi vida de estos 40 días en dos maletas pequeñas.  Llevo un pedacito de esta tierra que me ha dado tanto y voy con el corazón y la mente abierta a reencontrarme con mi vida en Costa Rica.  Pero no soy la misma.  Imposible ser la misma después de este viaje.

Me llevo en el corazón los besos de una bebita india de un año el día que me despedí de ella.  El saludo del chocolate man,  un hombre amable que tiene una legítima pulpería aquí en Mysore: " Have a safe journey!".  Las risas de mis amigos y las aventuras en el mercado,  los templos y el shala.  Los almuerzos compartidos,  pipas maravillosas y amabilidad de todos.  Me llevo a mi maestro,  un poco más adentro,  con tanto agradecimiento por su entereza,  integridad y gran ejemplo.

Voy con el corazón amable y aspiro a mantenerlo así.  Como bien lo dice mi maestro, no son dos horas diarias esta práctica, sino todo el día. Toda la vida.


Que el resto de mi vida continúe con la base firme que he tenido la gran fortuna de encontrar:  la apreciación diaria del milagro de la vida y del gran regalo de esta encarnación.

Feliz cumpleños, mi amor!

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