miércoles, 3 de septiembre de 2014

Al filo de la cornisa

Me levanto muy temprano.  Los Angeles todavía está oscuro y frío cuando mi amiga Karla pasa por mí.

Recorremos esta ciudad que apenas despierta,  las dos un poco asustadas de la tarea que vamos a enfrentar.  Ella va a hacer Segunda con Sharath por primera vez así que anticipa algo que no conoce.  Yo ya es la enésima vez que me toca...y tal vez por eso estoy todavía más nerviosa.  No se me pasa este vacío en el estómago,  esta sensación de que voy a bailar al filo de la cornisa.

Pasamos por un latte:  no coffee,  no Ashtanga Yoga!

Después de muchos años, sigue viva en mí la llama que encendió Guruji.  El fuego intenso de la transformación,  el tapas le llamamos los yogis.  Trato de recordar cuándo fue la primera vez que Sharath me invitó a la clase avanzada:  no llega el recuerdo.  Pero sí llega la vez que estaba en India y me dí cuenta que estaba embarazada de mi retoño.  Terminé en el Vikram Hospital haciéndome un ultrasonido para comprobar que efectivamente estaba con bebé...y ese domingo me fui a hacer la Segunda Guiada,  la última práctica del primer entrenamiento de maestros que hizo Sharath en Mysore. No tenía opción:  o la hacía o la hacía.  Theo,  en ese momento un frijolito,  se agarró como un mono y gracias a Dios todo salió bien.

Así que me dijo a mí misma:  "Si pudiste hacerlo embarazada,  no tenés de qué preocuparte..."

No me funciona la psicología.

Sharath está frente a todos, nos observa interesado.  El gimnasio es grande y muy frío.  Todos estamos abrigados.  Extraño la humedad de India y de Costa Rica.  Ayer no sudé ni una gota.  Encuentro mi intención:  hoy le dedico mi práctica a mis hijos.  Mis bellos maestros.   Mis amores,  ángeles de amor y de luz en mi vida.

"Samastitih": comenzamos.

Después de los saludos,  no me he quitado el suéter.  Mala señal.  Por suerte,  junto a mí una querida amiga mexicana me inspira con su práctica grácil y su energía serena.  Se mueve en el mat como flotando.  La sigo energéticamente y me doy cuenta que ya no está el miedo,  sólo la respiración.  Las cuentas en sánscrito consiguen sacar de mi mente cualquier pensamiento que no sea AHORA.  Los pasos de mi maestro por el salón nos tienen a todos en estado alterado,  muy alertas, muy presentes.

A la altura de las piernas detrás de la cabeza,  comienza a sacar gente de la clase.  Aquellos que todavía no están energéticamente listos pasan atrás.  Humildad, paciencia y confianza:  cualidades que he aprendido a lo largo de los años con esta práctica,  lo más valioso que he recibido.  Recuerdo una vez hace un par de años un evento bastante triste:  invité a un amigo querido, ashtangi de años,  a conocer a mi maestro.  Lo convencí y vino a regañadientes.  Cuando le dijo que parara,  le dijo que no.  Que por qué.  Nunca he visto a mi maestro más enojado.  "You go back!"- le dijo contundente.  Mi amigo no cedía.  Le respondía que lo estaba haciendo bien.

Comprendí ese día que mi maestro tiene rayos X para los egos.  Muchos practicantes tienen prácticas físicas impresionantes.  Pero eso no lo impresiona para nada.  A Mysore van muchos asiáticos que vienen de gimnasia olímpica y danza.  "No show-off"- les dice a menudo.  No.  Eso no es lo importante para él.  Puede ver en la gente, en todos nosotros,  si ya hemos entendido que esta práctica consiste en escuchar al maestro y seguir sus pasos.  No estamos inventando nada,  él tampoco.  Sólo estamos honrando algo muy valioso que nos tocó recibir.  Es como cuando uno recibe un hijo o hija y lo cuida mientras crece:  sabemos que no es nuestro,  sabemos que vienen a nosotros como una bendición.  Es igual con este grupo de maestros que estamos ahora aquí con él.   Todos eslabones de algo mucho más grande que las personalidades o las prácticas impresionantes.  Todos sirviendo un propósito más grande que cada uno de nosotros.

Veo como una maestra certificada acepta la ayuda amorosa de mi maestro en una postura difícil.  Veo como todos los seguimos como una orquesta a su director,  energéticamente unidos,  nadie mejor que nadie.   Todos enfocados en ser canales,  en limpiarnos de todo lo que pueda interferir con la energía pura y limpia del amor.  Y él es una manifestación simple y pura de esa energía.  Con su humanidad y simpleza me ayuda a comprender que es tan humano como yo.

Ayer en el almuerzo nos contó que su comida preferida eran los chapatis. Habló de su hijo con orgullo.  Ama la fotografía.  Le encanta viajar.

Aunque me duelen todos los músculos de mi cuerpo de transitar por esa cornisa afilada,  me doy cuenta que lo único que estoy cultivando con mi práctica es el poder estar lista para recibir el Amor.  Cada estudiante que tengo el privilegio de conocer,  cada colega que me comparte su simpatía y su dedicación,  cada ser que topo en mi camino- desde el mesero hasta el señor que lava mi carro.

Y me preparo para las dos prácticas que me faltan desde un lugar diferente.  Anhelando que llegue mañana.  Deseando de todo corazón estar de nuevo en su presencia y recibir los muchos regalos que trae para nosotros, invisibles su mayoría.


Invaluables todos.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Angeles y maestros

Los Angeles.

Viví en esta ciudad por un mes hace cinco años.  El vuelo aterriza después de seis tranquilas horas de vuelo sin eventos.  Todavía no creo que pasé de la Patagonia al norte del continente en tan pocos días!  Parece casi surrealista.

Algo tan loco sólo lo haría por algo muy valioso:  y mi Maestro me llama con su energía aunque me sienta cansada y aturdida de tantos aviones.  Dejar el nido de nuevo y tan rápido no fue fácil.  Nunca lo es.  Pero a algunos de nosotros nos piden sacrificios personales y el riesgo de aventurarnos al mundo.  Es una voz a menudo me pide que llegue a mis límites,  como en este caso...la escucho con paciencia y hago mi mejor esfuerzo por cumplir.

Los parques de esta ciudad me traen lindos recuerdos de cuando estaba entrenando para correr mi primera maratón.  En kilómetros y kilómetros de asfalto unidos a mi práctica de yoga encontré un espacio personal de meditación y conexión con el silencio.  Recuerdo el sonido de mis pasos en la calle.  La música.  La brisa.

Tiempos buenos.

Estuve enseñando durante un mes completo aquí en ese entonces.  Sustituyendo a uno de mis amigos que hacía su peregrinaje anual a Mysore.  Fue un mes de mucho aprendizaje.  Recuerdo que el primer día era un domingo.  La clase supuestamente empezaba a las 6 am.  Nos despertamos a tiempo pero el carro no arrancó.  Nos separaban unos cinco kilómetros del shala.  No hubo más remedio que correr a toda velocidad para llegar a tiempo!  Por dicha en esos tiempos estaba entrenada.  Llegamos con la lengua afuera y sólo veinte minutos tarde...con la sorpresa que el shala estaba desierto.

"Se fue la gente!"- "Dios mío!".  Preocupadísima de fallar el primer día,  mi amigo lejos en India,  no había forma de comunicarnos.  Recuerdo sentarme casi a llorar de la mala impresión que había dado a la gente,  con la grata noticia de que de pronto empezaron a aparecer los estudiantes.  La clase del domingo no era a las 6 am, sino a las 8!  Qué alegría!

Todo estaba bien.

Muchas veces en mi vida me he sentido que no doy la talla.  A pesar de que hago mi mejor esfuerzo,  siempre decepcionaré a alguien.  Así que desde hace mucho tiempo ya no preocupo de complacer a nadie.  Mi compromiso es con Dios y con mis maestros.  A muchos no les parece lo que hago.  Este año especialmente ha sido un año de muchos cambios y viajes.  Escribo después de haber estado en India,   Holanda,  Alemania,  España,  Argentina y ahora Los Angeles.  Me faltan tres viajes más.  La voz es contundente:  follow your bliss,  como decía uno de mis héroes literarios.  No hay vuelta atrás.  La maquinaria ya está en movimiento.

Así que doy lo mejor que tengo cada día y muy a menudo siento ángeles humanos que se materializan y me acompañan.  Que mueven horarios, cambian vuelos,  traen ayuda material y emocional,  compañía amorosa y además,  me inspiran.  Gente linda que se apersona para darme un abrazo y decirme:  "Lo estás haciendo bien".  No son muchos,  pero esos pocos me ayudan recuperar las fuerzas para tomar el siguiente avión,  abrir mi alfombra la siguiente práctica,  cuidar de mis hijos con más amor todavía.   Me inspiran a no tirar la toalla.  A dar lo mejor que tengo de mí misma como si este fuera el último día de mi vida.

Habrá mucha gente que esté en desacuerdo.  A ellos quisiera decirles que se enfoquen más en sus propias vidas y que estén tan ocupados haciendo lo que aman que no tenga energía ni pensamientos para nadie más.  Así me pasa últimamente:  mi mente enfocada en lo importante,  en lo trascendente.  En la gente que amo.  En las enseñanzas que transmito- en cómo volverlas reales  en mi vida y no borrar con el codo lo que escribí con la mano.    Esa es mi fórmula y es un trabajo en progreso todos los días.

Mi corazón en este momento está lleno con la comunidad de yogis que mañana voy a reencontrar.  Con el rostro apacible y amable de mi Maestro.  Voy a abrazar de nuevo a amigos de muchos años de todo el mundo.  Caras de India.  Compinches. Cuates.  Todos unidos con un mismo propósito.  Todos conectados a la misma energía y difundiendo algo en que creemos.  La mayoría practicantes de muchos años que sabemos que esta práctica se trata de lo que traemos a nuestras vidas.  Intentando con el corazón ser mejores seres humanos que dejan una huella de paz y amor a nuestro alrededor.

Mi corazón también está con muchos estudiantes que viajan esta semana de todas partes del mundo a Costa Rica para estudiar conmigo por dos meses. Y con los costarricenses que van a ser parte de esta aventura y que sé que es gente seria y comprometida.  Me siento tan honrada y al mismo tiempo,  tan emocionada de conocerlos a algunos y verlos de nuevo a otros.  De saber que la energía de mi maestro es tan potente que sigue latente a través mío a pesar de que ya no está con nosotros físicamente hace cinco años.

Mi corazón con todos aquellos que puedo llamar mis amigos en Costa Rica y en el resto del mundo.  Todos los que compartimos el deseo de ir hacia adentro.  Mi corazón indudablemente con todos esto ángeles y maestros que habitan el mundo en este momento.

 

                                      Encontrarlos ha sido la mayor bendición de mi vida. 

sábado, 23 de agosto de 2014

Héroes

Tomar distancia y meditar me ayuda a acomodar los sucesos de las últimas semanas antes de venirme a Argentina.

Estando acá siento que esta ciudad intensa y encendida me ayuda a decantar sentimientos y emociones.  A veces voy tan rápido que no tengo tiempo de asimilar todo lo que me pasa y estos momentos de soledad me ayudan a comprenderme mejor.

Leo un post interesante sobre las relaciones.  Me llega mucho la parte donde dice que en estos tiempos de cambio a las mujeres nos cuesta mucho encontrar héroes personales-  sobre todo en nuestras relaciones de pareja.  Es más fácil idealizar a un padre,  un hijo o un colega que darle el crédito que merecen a nuestros hombres.  

De dónde viene esta resistencia?  Del feminismo?  Del control?  

No.  Viene de nuestra vulnerabilidad. Más bien,  de nuestro miedo a ser vulnerables.  Ser vulnerable requiere de nosotras la dosis más grande de valentía.   A todas nos ha pasado- a mí muchas veces,  que reconocer esa cualidad de héroes en nuestras parejas nos pone en un lugar frágil que podría ser eventualmente usado en nuestra contra.  Me ha sucedido: y me ha hecho constatar que tales personas no eran héroes verdaderos y que  en buena hora no estoy con ellos.

En mis últimas tres relaciones importantes he sido yo la que se ha ido.  En dos de estas relaciones abrir mi corazón me aterrorizó.  Cree paredes de sólido granito para evitar más heridas y cicatrices.  Me evadí,  inventé excusas,  escapé.  Todo sazonado con la crítica y el control,  producto de la inseguridad y el miedo a sentirme expuesta y vulnerable.

Cómo me quejé,  condené,  fui condescendiente...
Cómo ignoré,  interrumpí,  me aburrí.. y castré.

Así que con mucha razón,  los hombres nos tienen miedo.  Tienen miedo a ser, primero que nada,  los héroes que nuestra cultura les exige ser para nosotras.  Ya los son y no tienen siquiera tendrían que demostrarlo, pero desde pequeños nos piden trajes de superhéroes y nosotras los complacemos.  La verdad es que todos somos héroes- hombres y mujeres.  Es nuestra mejor cualidad innata.  Somos iguales.  Reconocerles su belleza,  su poder y sabiduría no nos quita nada.

Reconocer un héroe generosamente,  genuinamente,  sinceramente,  amorosamente, vulnerablemente y observarlos crecer en su fuerza y seguridad es un verdadero placer.  El puede hacerlo y lo hará- si se lo permitimos.

Así que qué es un héroe para mí?

Aquel que pasa por vos a tu casa aún en una mañana de lluvia.
Aquel que se levanta temprano- incluso todavía oscuro, porque quiere verte.
Aquel que te lleva al aeropuerto- aunque le cueste despedirse.
Aquel que trabaja duro para proveer a su familia.
Aquel que de día trabaja en un bar y de noche lee poesía y sueña con viajar el mundo.

Un hombre es un héroe cuando es fiel incluso cuando no estás con él.

Cuando nos abre la puerta del carro inesperadamente o nos mueve la silla para sentarnos.
Cuando empieza a contar una historia que hemos oído mil veces y sabemos que lo hace para impresionarnos- una vez más.

Un hombre es un héroe para mí cuando ayuda a la anciana en la calle primero que a mí.
Cuando me trae comida porque anticipa  que tendré hambre.

Un hombre es mi héroe cuando es humilde,  sobre todo esta última.

Me preparo a entrar en mi próxima relación de vida y de amor con la consigna de ver el héroe en mi hombre todos los días.  Darle permiso para que sea todo lo bello que es, lo fuerte,  seguro, inteligente y perspicaz.  Para que manifieste sus talentos y sienta su fuerza.  Para así poder ser yo su esclava de amor,  su diosa incondicional sin segundos pensamientos.

Y esto, estoy segura, los empodera tanto a ellos como a nosotras.




lunes, 18 de agosto de 2014

Integridad y asociación correcta

Me despierto hoy con la mente enfocada en atravesar mi segunda serie sin distracción.
Ja.

Siempre que tengo una intención específica, es como que todo sucede al revés.  Recibo alrededor de cuarenta mensajes mientras practico y termino la serie en tres horas en vez de la una de rigor.  El tema en cuestión es, sin embargo, profundamente importante en este momento de mi vida:  es el tema de la integridad.

Mensajes llegan de India y el resto del mundo.  La situación necesita acción concreta y clara ya mismo.

Cuántas veces en mi vida pasada me quedé callada para no incomodar a otra persona?  Cuántas veces vi para el otro lado cuando algo me molestaba?

Pues hoy hice exactamente lo contrario:  enfrenté a alguien que ya hace días me estaba ocultando algo importante.  Directa.  Sin dramas.  Un punto específico sin mucho miramiento.  Como anticipé,  su reacción fue difícil para mí.   Pero lo contrario hubiera sido traicionarme hasta lo más adentro y hace tiempo decidí que no voy a hacerlo más.

Mi trabajo me lleva a muchos lugares en el mundo.  Aterrizo confiada en casas de amigos queridos.  Incluso me ha tocado aterrizar en casas de amigos que todavía no conozco- pero que sí conozco porque vienen de mi escuela y respetan a mis maestros.  El resultado ha sido siempre maravilloso.  Los que andamos en el mismo patín tenemos una vibración común- que ni siquiera es nuestra,  sino de estos seres tan especiales que durante tanto tiempo han sostenido y compartido un método serio y transformador.

Me sucede lo mismo con mis amigos de Buenos Aires.  Los conozco desde mucho antes de hacer yoga y gracias a ellos y su trabajo arduo por muchos años,  yo misma encontré mi dharma.  Gracias a su entrega y su inspiración,  ellos me ayudaron a mí a encontrar mi nicho,  mi pasión.  Me sostuvieron mientras atravesaba el infierno,  mientras me curtía bajo el sol de la confrontación y me cuidaron y quisieron aún cuando estaba en el piso.  Estos amigos incondicionales de toda la vida nunca pasan.  Podés estar arriba o abajo,  ellos siempre están.  Y todos estamos para todos porque de eso se trata el camino espiritual.

Afuera hay mucha gente con ideas distintas.  Desean hacer su propio rollo y pasan por encima de lo que sea.  No digo que nunca será mi caso:  todos somos humanos,  vulnerables y frágiles y víctimas constantes del samsara si nos dormimos en los laureles. Pero ahí es donde la asociación correcta le ayuda a uno a mantenerse en el camino.  Las amistades de alma,  las que nos quieren como somos,  ante quienes no usamos ninguna máscara,  que nos conocen la oscuridad y la luz.  Estas amistades son oro puro y su presencia en mi vida ha hecho toda la diferencia.  Esos nos llaman la atención cuando nos ven perdidos o dormidos.

Enfrenté esa parte dentro mío que no le gusta incomodar a otros- incluso si esos otros están off.  Parece absurdo pero así es. Cómo me cuesta!  Confronté,  hablé con la verdad.  No una verdad a medias:  una verdad contundente y clara,  con pruebas irrefutables.  Me di cuenta que lo contrario era ser cómplice del drama de esta persona y puse mis límites claros.  Fui asertiva y la verdad,  me siento muy bien.

Sin embargo, pienso en este ser que por razones personales se salió del camino y trató de llevarme con ella.  La pienso en su mejor momento y puedo ver su luz a través de toda la confusión.  Le deseo cordura y humildad para poder pedir disculpas y resarcir los daños. Porque se trata simplemente de equivocarnos y no hacerlo más.

Igual que aspiro a que mis amigos hagan lo mismo conmigo cuando me salga del camino,  algo predecible y posible en la vida de cualquier ser humano.  Somos paradojas andantes y expertos en justificarnos hasta en los motivos más oscuros.  Todos lo hemos hecho y no podemos juzgar a nadie. Sólo espero que en el momento en me suceda pueda contar con ellos y que ellos,  amorosamente,  me den una bofetada en la cara,  me tiren agua fría encima,  me griten, lo que sea:   para alinearme y continuar caminando con pasos sólidos.

Porque el verdadero amigo no es el que te llena de flores y adula, sino aquel que te habla con la verdad y que te llama a despertar del sueño eterno de este plano material. Esos son los invaluables,  sin los que no podemos vivir.  Los que vale la pena conservar,  no importa lo que suceda.

Mientras tanto,  con el corazón adolorido envío buenos deseos a este ser que con sus acciones me re- confirmó la importancia de ser consecuentes.

Gracias.

domingo, 17 de agosto de 2014

Inolvidable

El mercado de San Telmo me colma de sensaciones y movimiento.  Domingo en Buenos Aires con un día espectacular a más de veinte grados centígrados.  Quién dijo que era invierno?

Mi amiga y yo nos paseamos entre la gente:  tango entremezclado con ojos achinados,  cabelleras rubias y sol bonaerense.  Terminamos en un Café Arbol donde dos bailarines hacen el amor en una danza que nunca había visto en vivo.  Intensa.  Amorosa.  Cálida y fuerte.  Cautivada por la música y el movimiento,  me imagino en brazos de un compañero experimentado que me lleve y mueva al compás de esta música melancólica y visceral.

Me siento acompañada por un río- mar que sé ahora que está bordeando esta ciudad.  Ciudad inmensa para mis ojos acostumbrados al San José de cada día,    llena de gente multicolor,  plena de carácter y personalidad.  Buenos Aires me invita a tomar un nuevo aire no sólo en estos días de vacaciones,  sino en mi propia vida.  Me expande por dentro,  alimenta un lugar que no conocía que existía en mí.  Esa parte dormida que literalmente necesitaba respirar.

De San Telmo pasamos a una vorágine llamada Palermo Soho.  Parqueamos exactamente frente al shala al cual quiero venir a practicar en la calle Costa Rica...

Será que hay casualidades?  O causalidades?

Caminamos al atardecer con un espíritu alegre y desenfadado, como dos adolescentes listas para que la vida las sorprenda.  En el camino,  encuentro mi famoso ejemplar de Rayuela de Cortázar,  un libro amado y que ahora puedo sentir como genuinamente argentino.

La vida está hecha de momentos y de sólo pequeños momentos...la fugacidad del tiempo.  La sensación perenne de estar viviendo un instante inolvidable, único y eterno y comprender que en esta temporalidad los momentos son tesoros indelebles...

Y regreso a casa con la magia metida entre pecho y espalda. Con una sonrisa en mi corazón.  Aventurándome a decir que después de este viaje no volveré a ser nunca la misma.

Nunca más.




viernes, 15 de agosto de 2014

La Gracia de los buenos aires

Buenos Aires.

Mientras mi amiga me conduce a través de calles repletas de vehículos pero iluminadas por un sol calientito,  la ciudad me recibe con un cielo azul y una brisa fresca de madrugada.   El frío estaba sólo en mi mente.  El día es espectacular y la Avenida Libertador ( o Libertadores?) se abre con sus parques,  museos,  edificios de arquitectura europea y banderas blanco y celeste que ondean románticamente con un sol en su centro.

Un edificio rosado me llama la atención.  Al igual que construcciones ultramodernas,  esculturas de flores que abren sus pétalos al cielo y colectivos repletos de gente.  Cumplir un sueño se siente surrealista.  Tantas veces he imaginado esto y hoy,  Día de la Madre en mi país,  recibo este regalo en mi regazo en el momento perfecto.  Se siente providencial.

La calidez de mis amigos,  flores en el cuarto,  familiaridad de amistades de años,  silencio y profundidad en la casa: todo confabula para que la premonición de mi amigo Mau,  el maitre de ese restaurante argentino en San José- que se ha vuelto mi lugar preferido en el mundo hasta hoy-, se vuelva menos remota.

 " No vas a volver..." me dice el martes pasado después de que termino mi cena con un espectacular helado de dulce de leche.

" Y tenés que ir a Tortoni,  no se te olvide el nombre..."

Imágenes de Borges,  Cortázar y Piazzolla han llenado siempre mi mente con su literatura y música.  Siento que este lugar es ya conocido y verlo con mis propios ojos me llena el alma,  aún recién llegada. Mis amigos me abrazan y me pasan el mate y aquí estoy,  sentada con mi bombita frente a una ventana que da a un jardín lleno de flores y repleto de pájaros que cantan.   Las mismas que adornan mi cuarto y mi espíritu esta mañana.

La Gracia.

Llamo así a esa fuerza que nos mueve en la dirección correcta en el momento correcto.  Que nos hace perdonar lo imperdonable y sonreír aún en medio de la desazón y el dolor.  Que nos levanta peso innecesario y nos dirige la vida con sabiduría.  La Gracia me trajo acá.  Hace tres meses jamás hubiera pensado en hacer este viaje y menos en sentirme tan bien.  Hoy puedo darle todo el crédito a esa fuerza misteriosa que me sigue colmando de regalos y no se detiene.

Celebro mi maternidad lejos de mi prole pero muy cerca de quién soy.  La madre es el ejemplo vivo para sus hijos de qué hacer y qué no hacer con la vida.  Aspiro a dejar un legado de Amor,  humano e imperfecto pero honesto y genuino.  Pienso en cada uno de mis bebés y me conmuevo hasta las lágrimas.  Siete almas que en este momento están disperdigadas en el mundo pero unidas en un corazón:  el mío afortunadamente.  Todas las dinámicas complejas para traerlos a este mundo caen ante tanta belleza.

La Gracia me mueve,  me lleva y me trae y yo ya estoy dispuesta.  Antes me resistía a cada paso,  me quejaba de mi vida y no sabía qué quería.  Hoy sé que lo que quiero no se compra ni se vende,  no se transmite ni se adquiere,  sólo se siente y se vive.  Ese algo palpita en mis dedos mientras escribo y me hace abrir mi alfombra después de una noche en vela en un avión al sur-  con el mismo entusiasmo y gratitud de siempre.

Porque el pájaro que vuela a Dios tiene dos alas:  el esfuerzo personal y la Gracia.

He hecho mi parte con consciencia.  Ahora sólo toca relajarme con suavidad y dejarme llevar.

Mi Buenos Aires querido:  al fin te encontré.



domingo, 3 de agosto de 2014

Amor y muerte


Anoche alguien me dijo que los únicos dos temas sobre los cuales valía la pena escribir eran el Amor y la Muerte.  Totalmente de acuerdo.  

Hoy escribo sobre el primero.

Yo no sabía que tenía todavía semejantes reservas de ternura.  Creía que cuando a uno le rompen el corazón,  no queda más opción que seguir viviendo con un corazón explotado.  No es cierto.  Se regenera-  a veces,  en forma silenciosa y discreta.  

Cada amanecer nos brinda una nueva oportunidad para nacer y renacer.  Todos los días.   Cada día podemos escoger sentir o estar cerrados.  

Sé que alguien o algo cumplió una etapa en mi vida porque puedo verlo con compasión.  Sé que no debo regresar a situaciones agotadas energéticamente donde no puedo crecer.  Donde tampoco puedo dar.  En tales situaciones todo está siempre al borde de un precipicio:  incierto,  confuso.  

Entonces cambio.  
No me estrello en el fonde del abismo.  
Decido no infectarme más.  

Decido renacer.  

La sabiduría y el discernimiento llegan,  por supuesto,  después de mil caídas,  estrelladas y tropiezos.  NO es algo que surge espontáneamente en la mayoría de los seres humanos, al contrario.   Es un músculo que he desarrollado a punto de golpes, como todos nosotros.  Algunos nos quedamos pegados innecesariamente por años.  Otros aprenden más rápido.  Al final,  se trata de abrir las compuertas de nuestra ternura a nuestro propio milagro y a alguien allá afuera con quién podamos compartirnos....y que tal vez, por un milagro divino,  nos quiera de vuelta.  

Entonces,  sucede el milagro: podemos ver y nos ven.

Hoy mi respuesta llega mientras practico.  Algo tiene que nacer.  O tal vez,  ya nació.  Tengo que enfocarme en ese despertar mío y de mi entorno.  En esta vida,  hay que morir varias veces para comprender que no somos ni los dramas ni el dolor continuo que amenaza con volvernos locos.  Las crisis nos atemorizan a todos,  pero nos sirven para cancelar una era e inaugurar otra.

Hoy Domingo es día de inaugurar.  Flores en mi altar,  frutas en mi boca.  Serena después de mi serie 2.  Enfocada en lo importante.  Dejando que lo no importante se difumine en el tiempo como una niebla desactualizada.  

Y cobre importancia la silueta de un futuro que se ve dulce,  amoroso y que me mira de vuelta.