lunes, 18 de agosto de 2014

Integridad y asociación correcta

Me despierto hoy con la mente enfocada en atravesar mi segunda serie sin distracción.
Ja.

Siempre que tengo una intención específica, es como que todo sucede al revés.  Recibo alrededor de cuarenta mensajes mientras practico y termino la serie en tres horas en vez de la una de rigor.  El tema en cuestión es, sin embargo, profundamente importante en este momento de mi vida:  es el tema de la integridad.

Mensajes llegan de India y el resto del mundo.  La situación necesita acción concreta y clara ya mismo.

Cuántas veces en mi vida pasada me quedé callada para no incomodar a otra persona?  Cuántas veces vi para el otro lado cuando algo me molestaba?

Pues hoy hice exactamente lo contrario:  enfrenté a alguien que ya hace días me estaba ocultando algo importante.  Directa.  Sin dramas.  Un punto específico sin mucho miramiento.  Como anticipé,  su reacción fue difícil para mí.   Pero lo contrario hubiera sido traicionarme hasta lo más adentro y hace tiempo decidí que no voy a hacerlo más.

Mi trabajo me lleva a muchos lugares en el mundo.  Aterrizo confiada en casas de amigos queridos.  Incluso me ha tocado aterrizar en casas de amigos que todavía no conozco- pero que sí conozco porque vienen de mi escuela y respetan a mis maestros.  El resultado ha sido siempre maravilloso.  Los que andamos en el mismo patín tenemos una vibración común- que ni siquiera es nuestra,  sino de estos seres tan especiales que durante tanto tiempo han sostenido y compartido un método serio y transformador.

Me sucede lo mismo con mis amigos de Buenos Aires.  Los conozco desde mucho antes de hacer yoga y gracias a ellos y su trabajo arduo por muchos años,  yo misma encontré mi dharma.  Gracias a su entrega y su inspiración,  ellos me ayudaron a mí a encontrar mi nicho,  mi pasión.  Me sostuvieron mientras atravesaba el infierno,  mientras me curtía bajo el sol de la confrontación y me cuidaron y quisieron aún cuando estaba en el piso.  Estos amigos incondicionales de toda la vida nunca pasan.  Podés estar arriba o abajo,  ellos siempre están.  Y todos estamos para todos porque de eso se trata el camino espiritual.

Afuera hay mucha gente con ideas distintas.  Desean hacer su propio rollo y pasan por encima de lo que sea.  No digo que nunca será mi caso:  todos somos humanos,  vulnerables y frágiles y víctimas constantes del samsara si nos dormimos en los laureles. Pero ahí es donde la asociación correcta le ayuda a uno a mantenerse en el camino.  Las amistades de alma,  las que nos quieren como somos,  ante quienes no usamos ninguna máscara,  que nos conocen la oscuridad y la luz.  Estas amistades son oro puro y su presencia en mi vida ha hecho toda la diferencia.  Esos nos llaman la atención cuando nos ven perdidos o dormidos.

Enfrenté esa parte dentro mío que no le gusta incomodar a otros- incluso si esos otros están off.  Parece absurdo pero así es. Cómo me cuesta!  Confronté,  hablé con la verdad.  No una verdad a medias:  una verdad contundente y clara,  con pruebas irrefutables.  Me di cuenta que lo contrario era ser cómplice del drama de esta persona y puse mis límites claros.  Fui asertiva y la verdad,  me siento muy bien.

Sin embargo, pienso en este ser que por razones personales se salió del camino y trató de llevarme con ella.  La pienso en su mejor momento y puedo ver su luz a través de toda la confusión.  Le deseo cordura y humildad para poder pedir disculpas y resarcir los daños. Porque se trata simplemente de equivocarnos y no hacerlo más.

Igual que aspiro a que mis amigos hagan lo mismo conmigo cuando me salga del camino,  algo predecible y posible en la vida de cualquier ser humano.  Somos paradojas andantes y expertos en justificarnos hasta en los motivos más oscuros.  Todos lo hemos hecho y no podemos juzgar a nadie. Sólo espero que en el momento en me suceda pueda contar con ellos y que ellos,  amorosamente,  me den una bofetada en la cara,  me tiren agua fría encima,  me griten, lo que sea:   para alinearme y continuar caminando con pasos sólidos.

Porque el verdadero amigo no es el que te llena de flores y adula, sino aquel que te habla con la verdad y que te llama a despertar del sueño eterno de este plano material. Esos son los invaluables,  sin los que no podemos vivir.  Los que vale la pena conservar,  no importa lo que suceda.

Mientras tanto,  con el corazón adolorido envío buenos deseos a este ser que con sus acciones me re- confirmó la importancia de ser consecuentes.

Gracias.

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