martes, 24 de septiembre de 2019

El Amor, ese que lo ordena todo

Estuve casada con un narcisista.    

Me tomó muchos años de experiencias dolorosas y ayuda psicológica identificar que no era yo la que estaba loca. Fui sometida por mucho tiempo a un sinnúmero de mentiras, manipulaciones y ocultamientos de la verdad,  señales patológicas que apocaron mi entendimiento y me llevaron al borde de la locura y que en su momento no podía ver.  

Me tomó casi 10 años tomar la decisión valiente de echar a esta persona de mi casa,  una casa a la que llegó sin prácticamente nada.   Diez años en que experimenté lo que es la oscuridad en un ser humano,  oscuridad que se ocultaba tras una sonrisa que aspiraba a ser sensual,  un cuerpo atlético y una mente morbosa.

Viniendo de un matrimonio con un alcohólico,  nunca creí que alguien podría superar la experiencia tan dolorosa de impotencia y sufrimiento psicológico que conlleva vivir con un marido enfermo. 

Pero el narcisista es otra historia.  Fueron muchas las horas de estudio,  terapia y conversaciones para comprender adónde fue que tropecé y por qué. 

Los narcisistas proyectan sus demonios internos en los demás.  No importa cuánta integridad tengamos, siempre nos acusan, nos critican y nos encuentra faltas.    

El abuso que el narcisista inflige en su pareja viene de una extrema furia que nace de una relación patológica con su madre.  Cuando niños fueron víctimas de incesto emocional- como en el caso de mi ex marido:  su madre compartía con él confidencias de su relación de pareja,  detalles de los amoríos extra matrimoniales de su padre y toda una serie de detalles de su vida sexual que jamás debieron ser compartidos con un hijo.  La degradación más violenta en la ignorancia materna más burda.  

El terror que estas actuaciones insensatas de la madre infunden en el niño lo convierten en un adulto agresivo y a la defensiva. Es así como el narcisista crece y se deshumaniza y deshumaniza a los demás como consecuencia de sus propias sombras.  

Ve a los otros como presas.  

Lo más triste es que por fuera parecen gente muy luminosa,  sensible y hasta inteligentes.  Todo es una pantalla falsa porque por dentro se sienten totalmente inseguros,  desempoderados y violados en su más sagrada intimidad.  Estas  son las consecuencias de las confesiones inapropiadas e invasión  constante de su espacio interior a que lo sometió su propia madre siendo muy jóvenes.  

Hay madres de madres pero las madres de los narcisistas son las más enfermas de todas.   

Cómo puede una mujer vaciar sus propias cuitas personales en un muchacho que apenas está conociendo la vida?  Cómo puede compartirle detalles incluso sexuales de su propia vida y de su pareja?  Recuerdo su dolor al relatarme las muchas veces que se sintió asqueado ante las actuaciones erráticas de su padre,  su adulterio en su pueblo de origen y las confidencias maternas repletas de angustia que opacaron por completo su adolescencia. 

Y llegué yo a pagar los platos rotos. 

Me tomó muchos años comprender que me había casado con una persona enferma.  Su táctica para no sentirse de nuevo desempoderado era desacreditarme constantemente y jugar con mi mente.   Mi mente es despierta y a pesar del amor pude agarrarlo muchas veces torciendo la verdad.  Qué se yo,  detalles tan simples como que me iba de viaje y le dejaba mi carro y al regresar,  el carro tenía 500 kms más recorridos.  Algo que nunca aceptaba y me hacía sentir como que mi mente no funcionaba correctamente.   

El dolor de saber que nuestra pareja nos miente descaradamente no tiene parámetros y todavía peor cuando tratan de confundirnos como si tuviéramos mala memoria.

Una de las armas más utilizadas por el narcisista es la mentira.  Son amorales:  el fin justifica los medios.  Recuerdo una vez que dejé un dinero a la muchacha de la casa para hacer un pago urgente.   Ella lo puso en su habitación y me dijo antes de irse ese día que no habían recogido el dinero.  Mi entonces esposo estaba presente cuando me lo dijo.  Al día siguiente,  el dinero había desaparecido. La muchacha tenía años de estar conmigo y yo la conocía bien y sabía que era una persona honrada.  El narcisista había tomado el dinero pero aún así la culpó de habérselo robado sin ningún titubeo. Yo estaba segura que mi muchacha era honesta-  fue ella la que por muchos años cuidó de mis niños y nunca los hubiera dejado en manos de alguien en quién no confiaba. 

Me dí cuenta que su mente creaba historias y las acomodaba a su voluntad.  Fue igual la vez que me dí cuenta que se había hecho un tatuaje muy caro mientras yo andaba de viaje trabajando.  Me metió una corta y una larga sobre que el tatuador había accedido a un intercambio por su rutina de ejercicios- algo que yo sé por experiencia propia ningún tatuador que se precie de serio haría jamás. 

Hay algo peor que un mentiroso y eso es un brillante actor que se cree sus propias mentiras para manipular.   Estas personas tienen sus propias sombras sin resolver y las proyectan a otros con una superioridad moral inventada por ellos mismos.  

Siempre tienen la razón.  

Por supuesto que había una parte en mí que buscaba su aprobación y continuó en la relación enferma por años.  Pero también tenía tres niños con él y deseaba intentar hasta donde pudiera conservar el hogar por los bebés.   A pesar de todas las banderas rojas,  aún así en mi miopía lo veía como la fuente de amor para mi hogar y mis niños en vez de creer en mi propia fuente.  

Los narcisistas necesitan chupar energía.  Incluso después que lo eché de mi casa,  un año después que nació nuestro último bebé,  harta ya de tantas dobles caras,  continuaron sus intentos para llamar mi atención.  

No había día que no me escribiera con críticas,  juicios y toda clase de dramas.  No había día en que no tuviera que lidiar yo con sus propias inseguridades,  problemas e historias.

El narcisista intentará desestabilizarnos como si fuéramos nosotros la fuente de todos los problemas.  Se presentan como adorables y encantadores ante la gente,  pero sólo los que hemos cohabitado con ellos sabemos de sus inconsistencias morales y ese sentimiento intuitivo constante y horrible de que algo espantoso está por suceder.  

Me pongo a pensar en todas las veces que no logré agarrar sus mentiras. Pero recuerdo con claridad aquellas pocas que sí como cuando inventó que se había ganado una patineta en un sorteo y encontré la factura por más de $200 dólares en un pantalón.  El tema creció al punto que hasta sus padres y mis padres supieron de su inmadura decisión y quedó expuesto su acción delante de toda la familia.  Llegó al colmo de crear una factura falsa en la computadora aduciendo que se la había ganado.  Pero nunca se disculpó, nunca aceptó haber sigo agarrado ïn franganti¨...

Para este maestro del ataque patológico,  yo siempre era la ¨loca¨. 

Salirme de mi papel de víctima no fue fácil.  Fue gracias a mi práctica espiritual que comprendí que quedarme en esa relación sólo anticipaba más abuso y dolor a futuro para mi y mis niños.   Empecé a crecer,  a trabajar fuera de Costa Rica y viajar sola.  Mi mente y mi cuerpo empezaron a sanar simplemente por  
el alivio de estar lejos del ególatra. 

Hoy por hoy,   tomo responsabilidad por todas las mentiras que desee creer en nombre del amor a mis niños y a mi hogar.  Estuve casada con un monstruo misógino,  que me traicionó innumerables veces y que abusó de mis bienes materiales para surgir en la vida.  Esto me lleva a una enorme auto reflexión y a una realización muy importante de mis propios puntos ciegos: aquellos que deseamos ayudar a otros somos especialmente sensibles a este tipo de narcisistas patológicos.  

De toda esta experiencia de vida he aprendido que dirigirle energía a estos seres es echarle leña al fuego.  He aprendido que si hubiera seguido en esa relación en el papel de víctima hubiera desgraciado el resto de mi vida y la de mis niños.  Incluso con los eventos que estoy viviendo en este momento lejos de mi país donde mis bebés me fueron arrebatados por iniciativa de esta persona,  sé que no debo olvidar la mega lección en evolución que obtuve al sacarlo de mi vida.  Sé también que los hechos actuales son el intento vano de esa persona de seguir enganchado a mi energía,  si no es por las buenas entonces por las malas. 

Soy la creadora de mis experiencias.  Sé que mi desesperación de no poder controlar mi vida se fue difuminando cuando lo expulsé de mi casa.  Fue en ese momento de consciencia que supe que había cargado mi existencia de oscuridad al no poner límites claros y tomar responsabilidad personal.    El dolor y la vergüenza que sentí por muchos años cuando me sentía que siempre estaba haciendo algo mal,  se han ido disolviendo en la luz de la consciencia.   

Sin el miedo,  el narcisista no tiene poder sobre nosotros.  Intentan atacarnos en nuestras grietas pero estas se van cerrando a través de la libertad emocional que nos da poder hacer lo inconsciente consciente.  

Los narcisistas no pueden producir su propia energía.  Son inútiles seres que viven de otros como parásitos.  Necesitan succionar de alguien ya que les fue negado alimentarse de la energía de sus propias madres inconscientes e incestuosas.  Tuvieron que aprender a robar energía porque crecieron sin ella y van por la vida como vampiros atacando por doquier. 

La forma de matarlos de hambre es ignorarlos.  Aún en este momento de tanto dolor por la ausencia de mis niños,  mi energía está totalmente enfocada en mis pequeñitos y su bienestar.   Comprendo a la distancia que deshacerme de ese bicho fue la lección más importante de mi vida, la que más me costó por ser tan pegajoso y necio .  

A pesar de que sus intentos continúan ante su iniciativa de seguir conectado a mí a través de un proceso legal de años,  ahora lo observo como se observa un insecto insignificante.   

Cuando me solté y no estuve más para darle energía,  obviamente que encontró a alguien más que le alimentara su ego.  Ahí fue donde apareció la amante y en mi caso,  la mujer que es actual pareja de mi ex esposo.  

No hay palabras con qué agradecerte,  querida,  el haberte llevado esa escoria.

Salir de las garras de un narcisista es el acto más valeroso de toda mi vida.  El amor por mis niños me hizo tomar la decisión correcta en el momento preciso y hoy,  después de ya casi 7 años del final de esa historia,  escribo desde India,  un país que amo y que es ahora mi hogar.  

Es gracias a ese momento de valentía donde me saqué a esa sanguijuela que mi vida empinó,  al punto de terminar cerca de mi maestro y en la cuna de la espiritualidad en el mundo. India es mi amor y estaré eternamente agradecida con este lugar y con el amor de mi esposo indio y su familia que me confirman que hay seres puros,  que la vida simple es la más satisfactoria y que podemos estar profundamente conectados en el amor claro y transparente sin manipulaciones.  

Salir de la pesadilla me ha ayudado a apreciar este lugar más que nunca y todas las formas en que me ha mostrado su amor durante los últimos 17 años.  He visto su amor en amaneceres y atardeceres al lado de ríos sagrados;  en las sonrisas de niños pequeños que viven en la calle.  He visto su honestidad en los ojos arrugados de ancianos que esperan la muerte con alegría y en los cantos sagrados de mujeres vestidas en saris coloridos,  las mujeres más bellas del mundo.  

Sus montañas y su aire fresco han lavado las malas memorias de esa relación tan dañina que ayudó a despertarme y traerme de regreso adonde pertenezco.   Esta Madre  me ha acogido en su regazo silencioso sabiendo claramente las que he pasado y cómo sanar mis heridas y embalsamar mis cicatrices.   

India es sabia y sostendrá mi corazón hasta mi último día en esta tierra.  La transformación que he vivido en estos últimos meses de noches en vela y ayuno forzado lejos de mis bebés me han hecho recordar con lástima a ese hombre  y que hoy me ataca como su más reacia enemiga.  

A mí,  la mujer que le dio a sus niños,  sus únicos niños en esta vida. 

Pero mis miedos subyacentes se disuelven en la luz de la consciencia que me dice que mis guías nunca me han abandonado.  Fue gracias a su presencia que pude darle la estocada final a una relación donde me succionaron sin piedad.  Al igual que se corta la cabeza al vampiro al amanecer a pesar de sus chillidos y lo vemos desintegrarse con la luz de la mañana, así me paré frente a alguien cuya presencia en mi vida sólo me dejó tres regalos infinitos:  mis hijos.  

Es gracias a esta presencia amorosa de la sabiduría que huele a flores fragantes y se esconde tras calles ruidosas, que hoy puedo dar testimonio de que la oscuridad nunca triunfa.   Si así fuera,  seguiría yo en las garras de ese monstruo y en vez,  estoy en una tierra lejana que me alivia cada día y que me ama y me impulsa a seguir adelante.

Libre de las ataduras de mis propios fantasmas y anhelando un espacio de luz interno más cada día más abierto y extenso para darles la bienvenida a tres niños,  muchachos,  hombres:  esas tres almas que salieron de mí a pesar de todo y me aman tanto como yo a ellos y que clamarán por la otra mitad de su sangre en su momento.  

Esos tres hombres que verán disueltos sus karmas pasados en las aguas tiernas y poderosas de la consciencia universal,  por más difícil que haya sido su infancia y desarrollo cerca de gente sin alma.

Porque el Amor,  ese es el que lo ordena todo. 









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