martes, 10 de septiembre de 2019

Alas azules

Hace meses que me siento en esta disyuntiva interna de tener que ¨poner en práctica el yoga¨,  forzándome a perdonar a aquellos que me han traicionado o herido.

He intentado de todas las maneras disculparlos,  sentir compasión,  alabar sus virtudes,  buscar empatía para sus acciones.  He revisado una y mil veces mis acciones para con ellos,  acciones que volvería a tomar sin duda alguna.  He rezado.  Sudado y llorado en mi alfombra.  He repetido los mantras y cantado el rosario y el padre nuestro.  He escrito y condenado.  He conversado y hoy entiendo por qué nada de esto funcionó.

Para poder perdonar a alguien que hemos amado y de pronto,  se ha vuelto un escorpión que nos ataca,   la única opción es dejar morir esa parte nuestra que alguna vez también los amó. Mientras sigamos sosteniendo los pilares de la personalidad que fue herida o masacrada y la identificación con esas personalidades en conflicto,  el perdón no puede suceder.

En el caos del momento y la toma de decisiones rápida que tuve que hacer,  tomé una que me ha ayudado a transitar los abismos de la ausencia y la rabia hacia todo un sistema de pensamiento con el cual no comulgo y que consideré por muchos años mi hogar.  La decisión fue dejar mi país, un país en qué creí al punto de aceptar representarlo y dónde anhelaba vivir el resto de mi vida.  Un país que ahora se pierde en la lejanía al igual que su gente (con muy pocas excepciones) y se traga también mucho de lo que alguna vez amé.  

Una selva verde que con sus colores refrescantes me dio su último adiós diciéndome con sus colores 

pase lo que pase,  no cierres tu corazón. 

He muerto a una vida.  He muerto a una vida que construí con grandes expectativas y poco reconocimiento.  Una vida que implicaba un mega esfuerzo diario para poder sostener mis propios patrones enfermos:  el más cruel perfeccionismo cultivado desde muy joven y la ardua e inútil búsqueda constante de la aprobación ajena. 

Mi propia gente me expulsó sabiamente de un lugar que no me conducía a ningún lado a nivel personal y espiritual y por tanto,  no me hubiera nunca permitido explorar nuevas perspectivas.  Hubiera continuado viviendo adaptada inconscientemente a una sociedad misógina y violenta,  conservadora hasta la médula y cerrada a quiénes somos diferentes. 

Sin embargo,  era imposible para mí comprender esto ahí metida.

La misma fuerza que me trajo a India fue la que me sacó de Costa Rica.  Una fuerza que entiende quién soy y cuál es mi propósito en esta vida y que me pide sacrificios personales inmensos a cambio del crecimiento espiritual anhelado.  La fuerza más sabia y amorosa que he conocido en mi vida.  La misma que me mueve ahora libre en el mundo sin cadenas internas ni remordimientos.

Perdonar a aquellos que iniciaron este proceso de desarraigo sólo podrá suceder desde mi nueva vida, aquí en esta India amada donde cada paso que doy es sostenido por la Gracia.  

Incluso hoy, un día como cualquier en mi nueva vida familiar:  enferma con un virus ensañado,  hoy estoy aprendiendo tanto sobre las dinámicas familiares en este país donde mi cuñada organizó nuestro almuerzo con la muchacha de la casa a control remoto y dentro de un par de horas,  mi otra cuñada nos llevará al médico,  dejando a sus niñas un rato para cuidarnos.  Al igual que lo hizo hace un par de días al traernos comida y medicinas. 

Todo esto es totalmente nuevo para mí. 

Así que me pregunto qué tengo que estar dispuesta a enterrar para vivir mi nueva vida. Todo.  Y aquello que realmente me pertenece,  aquellos que realmente me aman,  llegarán sin duda aquí por sus propios medios en el tiempo de Dios.

Me doy cuenta ahora de que esa muerte a mi vida pasada venía seguida del renacer en esta; una vida muy tranquila,  sin dramas innecesarios y vivida en amor y comprensión diaria.  Una vida donde mi sadhana tiene espacio y respeto,  donde me siento acompañada y amada por quién soy simplemente.  Aquí nadie me envidia ni me aturde con dramas personales pasados.  La vida está atenta y amorosa al renacimiento que acaba de suceder.  

Como cuando nace una bebé y toda la familia está pendiente. 

Además,  esta bebé nació estrenando alas y las observo mágicas,  grandes y azules y me confirman por qué siempre amé tanto a las mariposas Morpho. Cada vez que una Morpho se aparecía en mis viajes a la playa o la montaña en Costa Rica,  sabía que me traía un mensaje que aún no comprendía. Ahora lo comprendo y lo agradezco y las abro con gratitud a pesar del precio que he pagado por ellas. 

La muerte en vida, sí.  
La muerte que da paso al renacer.

El duelo por lo que ha muerto va dejando atrás la ira y la angustia.  Integrar el dolor del cambio tomará meses sino años.  Pero para eso es mi práctica espiritual,  para hacer crecer mi intención,  ir profundo,  confiar en lo desconocido.  Me pregunto diariamente si será que quiénes me han dado este regalo estarían haciendo lo mejor que pueden.  Intento mantenerme ecuánime en mis alas y observar la situación sin juzgarla.  

Una madre amorosa es despojada de sus niños injustamente y contra su voluntad....

y tal vez será que necesita hacer algo más?  

Será que hay algo que debe compartir y comprender más allá de las paredes de su pequeña ex-casa y ex-ciudad?  


Aún con fiebre,  me siento lo suficientemente sobria para comprender que así es.  Nada sucede bajo el sol a menos que exista una voluntad divina y esa voluntad siempre es sabia y perfecta.   La perspectiva,  el significado y el propósito de mi vida se van aclarando cada vez más.  Estoy aquí para hacer una contribución y estoy más que dispuesta. 

Pagamos un precio muy alto cuando no entregamos al mundo nuestros talentos.  

Así que continúo creciendo en lo que amo:  el amor por mi práctica crece como la espuma.  El amor por mi maestro también.  India me abraza en todos los sentidos y me apacigua diciéndome cada día que aquí pertenezco.   

Había una vez un hermoso país de selva verde y mares limpios que se disuelvió como tragado por el tiempo,  al igual que todos mis patrones de perfeccionismo,  de búsqueda de aprobación ajena y de ser siempre ¨la buena¨ - para que los demás estuvieran contentos.  

Ya puedo dedicarme intensamente a ir profundo,  rezarle al Amor,  confiar en lo Desconocido y manifestar muchos milagros. Algunos actos no tienen perdón y esa también es una opción que contemplo.  Pero lo que sí sé es que mi vida nueva ha nacido y estoy aquí totalmente  presente para no perdérmela.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.