martes, 13 de septiembre de 2016

Confortably Numb

El camino del yoga consiste esencialmente en tener discernimiento y tomar las mejores decisiones posibles dentro de las circunstancias dadas.

Encontramos cada día básicamente dos opciones:  tenemos la facultad de actuar desde el miedo o de seguir el amor.  El paradigma del miedo es la carnada que a todos nos han inculcado desde pequeños. A mí incluso me llevaron a misa muchos años a un dios que siempre consideré amenazante.  Era un dios que reprimía,  que castigaba "pecados"...era un dios lejano y sin rostro-  escondido tras una rejilla anónima y una voz que recetaba padrenuestros y avemarías como panacea de almas afligidas.

No había intimidad,  relación ni intercambio.

Me sentí siempre como una oveja más del montón en ese contexto.  La oveja discarriada por cierto- siempre pensé.  Nunca me conformé con la espiritualidad de domingo.

Comprendí que muchos iban a ese lugar a golpearse el pecho en supuesto arrepentimiento y luego regresaban a sus hogares a seguir esparciendo violencia e inconsciencia.  Esto incluía por supuesto a mis padres. La hora semanal dedicada a su espíritu chocaba rotundamente con sus acciones cotidianas.  Ví desconexión e incongruencia y poco a poco, a  medida que crecía,  supe que nunca encontraría respuestas propiamente mías en ese lugar.

Mi espíritu no se conformaba con ser una más del montón.

Hoy día podría ir a una iglesia a escuchar misa y todo tendría un nuevo significado.  Simplemente porque ya he encontrado por mi cuenta lo que buscaba.  Mi maestro decía que todo es Dios y por lo tanto podemos encontrarlo en cualquier lugar- así es,  si realmente estamos observando y sintiendo lo que es.

El Dios que me enamoró,  el que me atravesó el corazón y me abrió los ojos es una presencia compasiva y serena.  No castiga: acompaña.  No juzga:  comprende.  Su papel en mi vida consiste en ser un trasfondo amoroso e inteligente.

Inteligencia superior que a veces logro conectar.

De vez en cuando al menos...
otras definitivamente no.

Cuando tomo decisiones poco inteligentes sé que es porque de alguna forma he dejado de escucharme.  Me he dejado llevar por impulsos,  por fantasías.  A veces por añoranzas y melancolías. Para decidir es importante  estar lo suficientemente sobrio en todos los sentidos.  Los seres humanos somos fluctuantes en nuestras emociones,  como el mar.  Sino lo somos probablemente estamos reprimidos y anestesiados.  Los seres humanos sentimos,   lloramos,  anhelamos y deseamos.  Es parte de nuestras pasiones y también de nuestra realidad diaria.  Muchos viven como robots y pretenden que el resto seamos como ellos.

Por suerte,  ya cada vez somos más los que despertamos del aletargamiento y de la negación.   Una vida humana desperdiciada es aquella donde nos hemos tragado los llamados de nuestro corazón en nombre del Qué Dirán.  Donde hemos perdido la luz en nuestra mirada intentando agradar a otros, donde hemos desechado nuestras necesidades vitales intentando cumplir con un Should absurdo.  No tenemos más responsabilidad en esta vida que ser felices.  Me ha costado mucho entender esto:  yo también fui de esas que rindió años de su vida intentando que alguien allá afuera cambiara, desperdició tiempo valioso dando chance y al final, por suerte,  ganó esa voz que me gritaba que esta era mi vida y que no tenía que dar cuentas a nadie de mis decisiones.

Si una decisión me hace feliz,   esa es la decisión correcta.  Sí,  habrán hombres al agua.  Muchos reaccionarán,  los sacaremos de su  comodidad de percibirnos de una forma determinada.  Se les moverá su piso y tendrán que responsabilizarse de su vida.  Sé que si estoy feliz puedo dar más amor y alegría a quiénes me rodean.  Si mi decisión la pospongo pensando que puedo herir a otros-  nunca voy a tomarla.  Porque siempre habrá gente que no estará de acuerdo, gente-parásito y gente que vive pendiente de los demás y que se especializa en hablar más de la cuenta.  Escucharlos es una pérdida de tiempo.

Y hay demasiadas cosas hermosas en esta vida para perder el tiempo inútilmente.

Una de mis maestras me dijo una vez que no intentara justificar aquello que me hacía bien.  Los que nos aman eventualmente entenderán y los que no,  sólo hay que ignorarlos.  Creí que era egoísta en algún momento pero luego me di cuenta que mi Presencia Incondicional me secunda en cada paso honesto y sincero que doy desde mi corazón.  Tiene formas hermosas de decirme que está ahí,  que voy por el sendero correcto.  Me habla en imágenes,  en paisajes,  en mariposas y viento.  Me susurra en la brisa,  en los atardeceres,  en el agua y la lluvia.  Me responde a través de una mirada enamorada y unos ojitos pequeños llenos de amor. No somos responsables de otras personas ni de su felicidad. Somos guardianes de nuestros hijos pero también ellos son creadores de su propia vida y les corresponderá asumir las consecuencias de sus actos y errores en su momento.

Somos dueños y señores de nuestro barco.  Capitanes de nuestra alma.  Somos quién decide hacia adónde enrumbar las velas y adonde atracar.  Si hay tormentas,  tenemos todas las destrezas para pasarlas.  Un ser humano despierto es un ser inteligente y creativo que no se da fácilmente por vencido.   Los seres que entendemos que el tiempo apremia no perdemos tiempo en nimiedades. Intentamos sostener el enfoque en lo esencial.

Todos aquellos que me leen:  sé que algo en ustedes desea despertar.  Si no estarían leyendo un cómodo paperback o Vanity Fair.

No es fácil,  de hecho es lo más difícil que intentaremos en la vida, pero no hay mayor satisfacción que sabernos libres de decidir con sabiduría nuestro próximo paso.

Un paso genuino, honesto,  valiente y poderoso.

Este que viene...sí.





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