martes, 22 de octubre de 2019

Este amor

He estudiado el yoga por algunos años. Siento que apenas empiezo a comprender las profundidades de esta ciencia y arte.  Desde mi nuevo hogar, India, la cuna de esta disciplina de vida, medito sobre las interpretaciones que a lo largo de los últimos tres míl años le han dado y comprendo que nuestra percepción del yoga es personal y única.

Cada uno trae experiencias de otras vidas huellas energéticas que pondrán en movimiento la maquinaria de nuestros pensamientos. Los pensamientos darán semilla a otros y eso, unido a nuestra circunstancia vital, familiar y emocional, determinará los hilos de nuestra mente. Las experiencias las iremos acumulando hasta que un día nos daremos cuenta que tenemos necesidad de romper con todo lo que no somos, lo que nos ha sido heredado por sociedad, amistades, educación y cultura.

Realizaremos tal vez, sólo tal vez, que anhelamos terminar con la cadena del sufrimiento y para eso necesitamos retirarnos de nuestro estilo de vida para crear uno nuevo. Cultivaremos el desapego y
la disciplina mental para controlar nuestras emociones y saber que no somos sus esclavos.

Encontraremos un día la liberación del sufrimiento.

O quizás comprendamos que nuestra liberación no puede darse solo a nivel personal y que si hay alguien más que no es libre, no podemos descansar hasta contribuir de alguna forma a su liberación.

Podemos ser el Buda que se iluminó realizando la inevitabilidad del sufrimiento en este plano. O tal vez seremos otro Arjuna,  que a pesar de sus miedos y reservas, aniquiló  a sus familiares y maestros con tal de preservar el bien. Krishna le deja claro que el deber del guerrero es tomar acción antes que encogerse ante su destino. Le enseña cómo controlar su mente y emociones para poder vencer y realizar la acción requerida, libre de dolor y culpa.  Le explica los beneficios de la concentración, meditación y ecuanimidad en la ejecución con destreza de la acción correcta.

A veces desearía aislar mi espíritu de cualquier problema humano, retirarme a las montañas y en medio del aire fresco dedicarme a mis prácticas espirituales lejos del ruido y el drama mundanos. Pero se que mi misión está en esa batalla que es ante todo, una batalla mental.

Defenderme de quienes he amado implica hablar la verdad y eso duele. Duele porque hay verdades muy íntimas que fueron compartidas en momentos de amor y unión y ahora deben usarse como
flechas para enderezar las acciones desviadas. Me duele, si, me duele mucho. Pero he realizado en estos meses de separación de mis niños que las palabras verdaderas son mis flechas y es mi deber usarlas para combatir la ignorancia y la maldad.

Parte esencial del yoga son los principios morales. Las acciones deben tomarse considerando la Ética
y la honestidad- pero es una batalla. Porque si no se actúa, el mal gana. Si no se escribe, la mentira prevalece.

Estoy dando mi lucha en este campo de oscuridad y luz porque es mi destino. Porque amo demasiado y el amor se defiende con la vida. Porque no hacer acto de presencia por mis niños equivaldría a cobardía y desamor. Porque aunque no esté ya más en el país que viven (que ya no es más el mío) por una cuestión de auto preservación, estoy al pie del cañón ante la causa en que creo. Totalmente lista a disparar las flechas que sean necesarias para rescatar a mis pequeñitos de las garras del mal.

Muchos se preguntarán si actúo así tal vez el yoga no me funciona. Tal vez creen que como yogini debería más bien bajar la cabeza y hablar de amor incondicional. No. El amor implica valentía y ovarios- el discurso New Age de que somos amor no funciona frente al enemigo. Si una víbora quiere mordernos y picar a lo más amado, yo saco el machete.

No digo a la víbora “somos una” y me dispongo a morir con su veneno.

Es mi práctica espiritual la raíz y el origen de mi energía; mi enfoque mental y mi contención cuando extraño demasiado a mis pequeños. Es mi confianza en la persona de mi maestro; en la presencia amorosa de mi esposo, ambos guerreros indios poderosos y amorosos que me acuerpan diariamente en esta crisis.

Soy madre y las madres amamos hasta la muerte. El amor es mi estandarte y mi causa justa y sensata. Mis niños vinieron al mundo a ser amados por ambos su madre y su padre- independientemente de la opinión que tengamos el uno del otro. Eso es insignificante en comparación con la necesidad inmensa que tienen de los dos.

Desde esta India amada, llena de energía y certeza de que mi amor es real y profundo, empuño mis palabras para hablar con la verdad. Mi verdad no incluye separar a mis niños de quien aman y nunca podría hacerle al padre lo que el me hizo a mi. Sería dispararle en los pies a los seres que más amo en esta vida. Sería lo más bajo e infame y no deseo cargar con ese karma porque amo a mis niños infinitamente.

Mis flechas seguirán apuntando a todo lo falso, a todo lo oscuro. No tengo miedo porque me apoya la verdad y el amor.  Soy madre y las madres amamos con todo hasta el último día en esta vida.

Este amor solo lo terminará la muerte- y ni siquiera, anticipo.

Una vez fui por Theo a la escuela y venía sentado en su silla de seguridad jugando con unas ramitas. Mientras jugaba me dijo:

“Mamita, yo quiero que también me toques como mamá en la próxima vida...”

Ese día supe lo que es el amor humano en esta tierra.

A mis bellos Gael, Theo y Matías.
Siempre en mi corazón ❤️


sábado, 12 de octubre de 2019

La bendición del libre albedrío 

Me despierto 3:30 am. Último día de Mysore de esta semana. 

Me despierto con una paz inmensa en mi corazón. La vida es como un menú: a veces nos sirve comida deliciosa; otras comida podrida. Siempre podemos decir que no ante lo que insulta nuestra alma. Siempre podemos escoger el amor y aquello que nos edifica y pasar de largo de lo que más que nos humilla y desempodera.

Para ser libres en nuestras decisiones, es necesario comprender que escoger el amor propio es lo más inteligente.  Ver más allá del condicionamiento cuesta mucho. En mi caso, tuve que romper muchas voces del patriarcado que me pedían inmolarme, volverme una martir, sacrificar mi vida para ser la “buena madre” que el status quo pide en mi país de origen. Las mujeres que deseamos realizarnos en otras áreas además de la maternidad somos condenadas- hay una doble moral imperante que hace la operación imposible: sostener una familia y al mismo tiempo ser la madre abnegada. 

Cuando me di cuenta de la imposibilidad material de mi situación, opté por el exilio. Comprendí que mi esfuerzo nunca sería suficiente. Que la lucha sería hasta el fin de mis días frente a un ex marido herido, una familia retrógrada y un sistema trabado por muchos conceptos oxidados. Me di cuenta que continuar mi vida en Costa Rica era mi muerte- ver a mis niños 2 veces al mes una aberración. 

Así que ejercí mi libertad. La libertad que tiene todo ser humano de decir NO. La libertad de dejar la mesa cuando el plato esta envenenado. 

Ejercer nuestra libertad requiere dosis altas de fe, esfuerzo heroico, consciencia,  calma y sabiduría.  Cada decisión impacta nuestra vida y la de otras personas. Sin embargo, es imprescindible decidir por aquello que nos hace feliz- sino, no podremos dar nada valioso a nadie.

Fe es continuar hacia adelante aunque no veamos claro el camino. Fe en nuestros maestros y en su propio camino que nos abre el nuestro. Fe en su amor y dedicación que es contagiosa. 

El esfuerzo heroico nace de un lugar resiliente y valiente en nuestra alma que comprende que esta vida es efímera e impermanente y a pesar de todo vale la pena amar. El amor por lo que amamos, por aquello que nos hace vibrar a la más alta intensidad nos lleva a vivir experiencias jamás anticipadas y  sorpresas gratas que nos impulsan a seguir expandiéndonos, creciendo, realizando.

Consciencia de quién somos y la posibilidad de encuentros auténticos con seres afines: el grato fluir entre momentos sin aferrarnos, sin resistirnos, buscando siempre el camino más abierto y obvio. 

La calma que es nuestra esencia a flor de piel en toda situación, por mucho que veamos el absurdo; hay una lección incluso en los momentos de mayor rigurosidad; una esperanza de poder sostenernos en el ojo del huracán con una sonrisa. 

Y finalmente, la sabiduría que aflora tersa por sí sola cuando entendemos que no somos ninguna de nuestras experiencias terrenales sino la vida y pulsación que subyace bajo los entretelones: seres humanos mezcla de espíritu y carne atravesando este viaje con un corazón abierto a todo- todo aunque duela y queme.

En esta mi India amada, la claridad de lo esencial se me muestra fácilmente. Libre del ruido de una vida que no respetaba mis valores más profundos, que violaba la base misma de lo que soy, me abro a la gracia de este momento lleno de Milagrosa Certeza, siempre sosteniendo a quienes amo en mi centro. Son parte mío porque así lo ha designado el destino. 

Y la vida nunca se equivoca.

miércoles, 9 de octubre de 2019

Rajakapotasana you do

It’s been two weeks in the new shala. 

Every night I go to bed in bliss, even though my heart is heavy because I have not being able to speak to my children for the last month. 

I communicate with them daily beyond the physical, reassuring them my love. Who knows what they are being told. I’m holding them in my heart beyond any distance, beyond any time and space as mothers do with their children until our last day. 

The depth of their absence has mutated in the past 11 months. In the moment of the traumatic events last November, I was shot in the heart and fell like a dead bird to the ground. The pain was excruciating, like my heart was dying. In those moments of extreme despair I understood the power of prayers and the residue my yoga practice had left in my being. 

I sung the name through my tears and screams. I knew there was a deep surrender I had prayed for for so many years: I was desperate and torn inside, mad with anger at the perpetrators of this infamous actions. Startled at how hate can take the minds of those we once loved and turn them into beasts.

Thank God, I’m not there anymore. The feeling of longing for my babies has become part of who I am. Whenever I see a young boy, I imagine how my children are growing. Their feet, their hands. Their smart eyes and genius minds wondering what really happened and what will the future bring.

I reassure them all is well.

As yogis, our longing for truth attracts souls who are infinitely wise and deep. How amazing this opportunity for my loves to awaken to the truth of this life- even though they will learn this in the midst of an extremely heavy lesson. Love in life sometimes has to be learned by contrast. When it is shattered, when others step into the sacred nature of the most beloved liasons, we learn we don’t want that in our lives anymore and crave like crazy for the reality of truth. 

This has been my personal spiritual path. 

My children are seekers of truth as I am. The absence of their mother will be the turning point for their search. It all depends on our samskaras. Some souls come into this life to learn love is always here, even in the most unexpected and absurd paradoxes. We can choose to become victims of the circumstances or we can use the circumstance to propel ourselves like a rocket into a new reality, a new perspective of life. 

Take the poison and be healed. 

Cycles close and the wisdom  resides in knowing when something has ended. As all transient events and relationships, everything breathes. Pulsates in and out.

I’m pulsating to my maximum,  opening completely to the bliss of this present moment. My teacher holds me steady and his presence is my anchor in the ups and downs of my personal tragedy. Maybe tragedies are there to teach us the marvellous power of love beyond any material event. The infinite connection of who we really are, our connection to each other,  even when the dance is with darkness and we need to bow to it and also say 

“Thank you.”

It’s Thursday and I move through my series swiftly.  When I start, it’s still night outside and when I finish, the sun has come out. I sit in silence after my practice and tears of gratitude come as I am listening to the voice of my guru and feel the students giving themselves to practice in our morning ritual here in Mysore. 

We are all moving together as a whole organism. We are all healing not only ourselves but also those we love. We are insulating ourselves from negative presences and keeping and growing what is real. This breath, these bodies, this connection. It’s so tangible here in India, clear and pristine as the blessed morning sky.

I have homework for next week. My teacher is moving me fast in the series. Massive backbends will open this heart to the limit so I can hold everything life has blessed me with, including those who with their actions think they have hurt me- when actually they have awakened me. 

I’m being born again in this Mother India of Love. I’m dying to a life I was never confortable with and in the process of giving birth to whatever needs to be born. I’m also the midwife and labor is tough, two daily hours breathing through the nuances and corners of Nadi Sodhana and Sthira Baga. Non stop  sublime serenity that comes as I knead my body and mind to the greatness of the healing breath and the dance of the series.  Shakti dances with me and I realise I’m surrounded by her, wherever I am, every second of the day.

The pure medicine of yoga as prescribed by the jungle physician:)

lunes, 7 de octubre de 2019

Cuando tiene que llegar 

Estoy en un lugar muy especial en este mundo. Un lugar que no sigue las reglas de allá afuera y que nos limpia del condicionamiento de la envidia, la ambición , el deseo, la pereza, la niebla mental y la ira. 

Este lugar es mi lugar preferido. Es una ciudad con palacios y pavo reales, montañas que son Diosas y templos donde lo que pidamos se vuelve realidad.  Es un lugar con ríos de agua fresca, niños de facciones perfectas y piel hermosamente oscura, tanto que parece ébano. 

En este lugar venimos los que comprendimos que buscar la felicidad en el mundo externo es inútil.  Peregrinamos por años, con el anhelo sincero de comprender cómo es que pudimos vivir tan confundidos por tanto tiempo. Regresamos porque en este lugar nuestra vibración sube y es gracias a la guía sabia y omnipresente de un maestro genuino que ha entregado su vida a esta causa. 

Es hombre de pocas palabras. Es un estratega, padre de familia y yogi. Es un ser de gran corazón con una responsabilidad inmensa. Es directo y va al grano. No se anda por las ramas.

Cuando habla, sus palabras traen un peso. No hay palabras de más, son solo aquellas precisas para despertarnos de nuestra modorra. Son las que necesitamos para ir más allá de nuestras mentes distraídas, esas mentes que nos dijeron que encontraríamos lo que buscábamos en los lugares equivocados. 

Las mentes que crecieron en medios llenos de ilusión. Se alimentaron de conocimiento erróneo, conceptos de otra gente, historia familiar, normas sociales y también miedos, rencores y dramas.  Bebieron de errores ontologicos, filosóficos y religiosos. Se nutrieron de memorias, algunas bellas otras espantosas. Podrían haber seguido dando vueltas por años y vidas. 

Pero gracias a Dios escuchamos a alguien que atravesó con palabras simples el velo de la ignorancia 

“One more!”

Cuando escucho a mi maestro cada mañana, siento que un ser humano más tiene la oportunidad única de despertar, salirse de lo predecible y absurdo de la noria del condicionamiento y tal vez, si es lo suficientemente terco y determinado, acceder a un lugar santo dentro suyo donde nada en el exterior pueda removerlo.

A algunos nos toma años siquiera comprender que hay otra perspectiva vital, tan identificados hemos estado por vidas con la personalidad y sus tangos.  Otros pasarán de largo y caerán una y mil veces en el sufrimiento inevitable de la vida-hasta que estén hartos.

Dar tumbos es una decisión personal. Los que ya estamos listos, decidimos hacer un alto en el camino y es en ese momento que la voz dice 

“One more...!!!”

“Wake up!
Why you sleeping?
One more tall super tall.
One more small... you!
Come here!”

Las mañanas en el shala transcurren al ritmo de la voz de mi maestro. Hoy según yo todo estaría muy tranquilo. Hice mi práctica larga y pesada que por un milagro del cielo se sintió liviana. Creo que era mi compañero de lado que volaba entre posturas como un pájaro.  Estoy muy adolorida de ayer pero practicar se sintió muy bien. Ya casi al final, alguien que aprecio mucho llego y se puso detrás de mi mat. 

Me dio fuerza para el gran final.

Sin embargo, al terminar mi última postura mi maestro apareció de pronto por detrás y rompiendo todos los protocolos que he aprendido durante estos años (incluyendo que no se dan posturas los martes por ser el día de Hanuman), dijo con su voz clara y potente 

“Natarajasana you do... tomorrow” - seguido de una explicación rápida del vinyasa de la postura. 

Mi mente se paró en blanco. Hoy es Dussehra, uno de los festivales más importantes en India donde se celebra la victoria del bien (Ram) sobre el mal (Ravana). Todo lo que se regala hoy tiene un significado muy profundo. 

Me ha regalado el bailarín cósmico. La postura amada. La postura anhelada. El regalo más bello. El momento perfecto. Llego sin esperarla. Como la mariposa que reposa un segundo en nuestro regazo sin llamarla. 

Mañana tengo faena pero muy emocionada. Los regalos se multiplican y yo solo se que amo este lugar.

Más regalos viene. 
Oh si- muchos, muchos más. 

sábado, 5 de octubre de 2019

“Yoga works”

The pressure to be “adequate”, in whatever manner authority defined it, set me to wander since I was a small child.

Since I was 3 years old I displayed a strong instinctive nature. My parents tried hard to domesticate me and I was labelled as wrongheaded and improper since I was little.

The wildish nature shows up early. I longed to see the sunsets from the top of my mango tree; race my bike; play with the earth and swing all day and night long. I was curious, alive. My early exile started when negativity around me asked me (even violently) to stop moving and be quiet. I started to believe I was wrong to be so full of energy and saw myself as weird and unacceptable.

As the eldest daughter in my family, I was expected to be a role model. I had to become a certain type of person: someone híper responsible, accountable not only for my own things but also for my little sister and brother.

I was only 5 years old.

My family expected me to share their ways but since very young  I knew going to mass on Sunday was a poor way of compensating for all the lying, emotional violence and senseless drama. Anyways, I was expected to be a good catholic girl and I ended up despising church and all the rituals that seemed superficial and repetitive.

My dream was to become a profesional pianist and to travel the world giving concerts in huge Steinway grand pianos. My dream was shattered by the condemnation of an artistic career and I chose Law basically because it was advised to me at 16 years old since there was no lawyer in our family.

Later, my dream mutated and became a trip to Paris to study History of Art at La Sorbonne. I prepared my French for 5 years to have the level to access it, but the fantasy was shattered by a husband who had no intention of supporting any of my growing.

As women, we have to endure so many attempts of psychic surgery, especially if we are born wildish.  Though our soul requires seeing, the culture around us requires sightlessness.

Though my soul wished to speak the truth,  I was pressured to be silenced- even violently, even until blood dripped from my mouth. .. the reality was those around me could not take the truth.

So I started wandering.

I started traveling and moving away from those who wanted me silent and still.  My culture narrowly defines success in a woman if she is married to the right guy and has children.  By looking a certain way and having a little intelligence- not too much because that is considered rude. Being too assertive is frowned upon. Women should be elegantly quiet- otherwise they become politically incorrect.

Now i understand why I never fitted into this game.  Even with all the obstacles around me: parents, husbands, mothers in law, teachers, bosses, girlfriends-even with their negative judgments,  I decided I would develop my strength.

The strength to be myself no matter what.

I knew I belonged somewhere else but I had no idea where. I knew I could not ask anyone around me for their advice because  their minds were narrow and barely intelligible to themselves. I was to open my own path with my bare hands and feet.  I had the passion to bloom or otherwise die buried in a society where women like me are ostracised by the common ignorance.

I started my awakening  when I started traveling to the other part of the world. My month away in India gave me juice to endure 11 months in my country.

Seventeen years, twenty five trips.

I was labelled as a bad mother for leaving my children one month per year to listen to my heart and understand who I was.  I was split  between trying to belong to a place I did not feel my own and traveling to a country were I was supremely happy and free.  The ambivalence grew day by day, night by night.

My next dream was to live in India for good and die in that beauty, unknown to so many and judged by the same narrow minded beings.

I lived most of my adult life divided emotionally.  I was too different, too weird, too deep to even try to have a conversation.  I was a ghost surrounded by those who could not accept my longing for true love and a way out of so much hypocrisy. I was living buried alive since I had no idea how in the world I would achieve my dream. Yet, I was trying my best to be happy in a place I didn’t belong.

And then the door opened. Two years in India working and living here. I was torn. I knew my plead had been answered, yet I was scared to feel all the changes coming my way.

To go against a mean spirited culture is fighting a battle excruciatingly painful. I was born in the most destructive cultural conditions for a femenine psyche: they insist on obedience with no regard for one’s soul.

Forcing a woman between soul and society;  punishing her creativity and curiosity instead of rewarding it; not recognising her as a being in its own right has two posible outcomes:

1. She gives up too easily.  She is afraid to take a stand or demand respect; assert herself and her right to do it.

2. She lives her life in her own way. For this she must have fierce qualities: fearlessness, vehemence and fearsomeness.

Getting out of the mainstream culture demands some heroic qualities. The woman must be ready to find and obtain this qualities even if they are not allowed, shelter them, own them and then unleash them at the right time.

Stand for herself and what she believes in.

I have to say there is no way to make oneself ready for this. I just know I took all my courage and acted. I left a place where my ethical integrity was “brutallyattacked”. I left a country where social ambivalence collapsed the life I had built and took my heart out senselessly.

Before a woman collapses psychologically, when we can no longer stand the harassment, before she loses herself,  her instinct tells her to act and protect life.  Confusion disappears the moment the right action becomes clear.

There is something so horrendously cruel about a culture that forces a mother to choose between her own children and herself. A culture that does this is a very sick culture indeed.

Today, away from a place that caused me so much pain, I understand I needed this bitter experience to find the culture I belong to. I needed to be expulsed like a rocket back to my beloved India. Do I miss anything? Not really. Except for my children, I can say I am a free spirit in a free land. I’m waiting for them and they will come in due time.

Moksha or liberation is the ultimate goal of yoga. I see my life and I can say

“Yoga works”.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Me despierto dos minutos antes de que suene mi alarma. 

3:43 am.

En el sueño, vamos en un carro negro grande y muy espacioso.  Veo a mi esposo Abhishek con un control en la mano en el asiento del acompañante... y veo que en el asiento del conductor no hay nadie.

El carro se mueve en la ciudad y yo me congelo del miedo. 

“ nos vamos a estrellar!”
“ no hay nadie manejando el carro!!!”

Abhi se vuelve y me dice con calma: 

“Nada de que preocuparse- aqui tengo el control.” 

.
.
.

Cada día que pasa comprendo mejor que no controlo nada. Me levanto con el alivio de saber que hay fuerzas más grandes de las cuales no tengo ni idea- esas mismas que me trajeron a este día. 


Aqui y ahora,  me despierto en el lugar que más amo en esta tierra. Mi meca.

Afuera es de noche todavía. Hago mi ritual: preparo mi agua con limón; caliento el agua para el baño; preparo mi ropa.  

Pero sigo con la sensación de angustia en el pecho por el sueño...

“ no controlo nada...”

Mi amiga Eva pasa a la hora en punto con Appa, el driver que siempre busqué pero nunca encontré. En India y ahora en Mysore, hay una mafia de drivers que nos acosan a los visitantes. Es incómodo pero ya es parte de la aventura. Pero hace muchos años vi a Appa una vez y de inmediato me dije: que ser más hermoso... y no lo encontré más. 

Hasta ahora.

Hombre silencioso, es el papa indio de mi amiga Eva. La cuida como su hija.  Se siente el amor en el rickshaw cada mañana.

Todo lo que necesitamos llega en su momento. Si no ha llegado, es porque todavía no estamos listos para recibirlo. Oremos para vivir este día  con pasión e intensidad.  

Medito sobre todo esto mientras viajamos en la frescura de la madrugada en las calles vacías. Eva es un ser de Luz. Estar sentada junto a ella es un regalo diario. No tiene que decir nada. Siento el silencio, la devoción y el cariño mutuo. 

 Hermana de alma. 

Llegamos al shala y somos de las primeras. Esperamos en silencio hasta que llega nuestro maestro. Es el primer mysore de la temporada y estamos emocionados, curiosos de los cambios y un poco inquietos. 

Adentro,  el shala nos recibe con tanto amor. Hoy es primaria- poco a poco vamos desenredando el cuerpo y la mente. El primer turno somos los insensatos, los locos, los que llevamos años haciendo esto y no nos aburrimos. Todos mis amigos de años, caras conocidas que se mantienen igual, rostros sin edad llenos de bondad- la mano de nuestro maestro se ve en ellos, la medicina de la práctica que nos ha curtido y suavizado con el tiempo. 

Nos movemos en sincronía con la respiración y la lluvia que cae. Es mágico. Afuera los árboles nos acompañan nada más- los pájaros todavía duermen. 

Me toca la par de una mujer de unos 65 años- potente, enfocada. Alegre en su mat como una niña. Yo quiero ser así también hasta el final. 

Mi práctica despega sin mayores esfuerzos, hoy me siento serena y ecuánime en este oasis que siempre ha sido mi mat y que últimamente se ha tornado paraíso en esta India amada.  Mi espacio de comprender que la tormenta arrecia afuera pero yo estoy bien siempre. Serena y tranquila ante lo que es. 

Mi guru se mueve con destreza dando instrucciones a los asistentes y estudiantes. Todos nos movemos como un organismo de más de 400 nacionalidades, edades, condiciones físicas y en el fluir de esta mañana encuentro un lugar mágico para hacer mi meditación al terminar mi práctica.

El segundo piso me recibe para el descanso y mientras decanto los muchos meses de angustia y dolor lejos de mis niños, escucho los pajaritos que cantan a la mañana y yo misma me siento cantar por dentro, en profunda aceptación de que en este momento de mi vida estoy aquí y soy muy afortunada. 

Suelto el control que nunca me perteneció de todas formas. Entrego
todos los pesares sin expectativas.  La fuerza que crea mundos y planetas, esa misma que creo a mis
niños, se mueve despierta en mi cuerpo.  Me ilumina cada célula y me abraza cada mitocondria.

La gracia desciende a un lugar en Karnataka, al sur de la India y nos toca a todos. Gracia rodeada de palmeras, cantos de pavo reales y lluvia temprana.

Soy esa lluvia que lava el dolor y el miedo. Esos cantos que dicen “Theo”... ese cielo que se ilumina por el sol naciente. 

Nazco a mi nueva vida, hoy, aquí en mi amada India.

martes, 24 de septiembre de 2019

El Amor, ese que lo ordena todo

Estuve casada con un narcisista.    

Me tomó muchos años de experiencias dolorosas y ayuda psicológica identificar que no era yo la que estaba loca. Fui sometida por mucho tiempo a un sinnúmero de mentiras, manipulaciones y ocultamientos de la verdad,  señales patológicas que apocaron mi entendimiento y me llevaron al borde de la locura y que en su momento no podía ver.  

Me tomó casi 10 años tomar la decisión valiente de echar a esta persona de mi casa,  una casa a la que llegó sin prácticamente nada.   Diez años en que experimenté lo que es la oscuridad en un ser humano,  oscuridad que se ocultaba tras una sonrisa que aspiraba a ser sensual,  un cuerpo atlético y una mente morbosa.

Viniendo de un matrimonio con un alcohólico,  nunca creí que alguien podría superar la experiencia tan dolorosa de impotencia y sufrimiento psicológico que conlleva vivir con un marido enfermo. 

Pero el narcisista es otra historia.  Fueron muchas las horas de estudio,  terapia y conversaciones para comprender adónde fue que tropecé y por qué. 

Los narcisistas proyectan sus demonios internos en los demás.  No importa cuánta integridad tengamos, siempre nos acusan, nos critican y nos encuentra faltas.    

El abuso que el narcisista inflige en su pareja viene de una extrema furia que nace de una relación patológica con su madre.  Cuando niños fueron víctimas de incesto emocional- como en el caso de mi ex marido:  su madre compartía con él confidencias de su relación de pareja,  detalles de los amoríos extra matrimoniales de su padre y toda una serie de detalles de su vida sexual que jamás debieron ser compartidos con un hijo.  La degradación más violenta en la ignorancia materna más burda.  

El terror que estas actuaciones insensatas de la madre infunden en el niño lo convierten en un adulto agresivo y a la defensiva. Es así como el narcisista crece y se deshumaniza y deshumaniza a los demás como consecuencia de sus propias sombras.  

Ve a los otros como presas.  

Lo más triste es que por fuera parecen gente muy luminosa,  sensible y hasta inteligentes.  Todo es una pantalla falsa porque por dentro se sienten totalmente inseguros,  desempoderados y violados en su más sagrada intimidad.  Estas  son las consecuencias de las confesiones inapropiadas e invasión  constante de su espacio interior a que lo sometió su propia madre siendo muy jóvenes.  

Hay madres de madres pero las madres de los narcisistas son las más enfermas de todas.   

Cómo puede una mujer vaciar sus propias cuitas personales en un muchacho que apenas está conociendo la vida?  Cómo puede compartirle detalles incluso sexuales de su propia vida y de su pareja?  Recuerdo su dolor al relatarme las muchas veces que se sintió asqueado ante las actuaciones erráticas de su padre,  su adulterio en su pueblo de origen y las confidencias maternas repletas de angustia que opacaron por completo su adolescencia. 

Y llegué yo a pagar los platos rotos. 

Me tomó muchos años comprender que me había casado con una persona enferma.  Su táctica para no sentirse de nuevo desempoderado era desacreditarme constantemente y jugar con mi mente.   Mi mente es despierta y a pesar del amor pude agarrarlo muchas veces torciendo la verdad.  Qué se yo,  detalles tan simples como que me iba de viaje y le dejaba mi carro y al regresar,  el carro tenía 500 kms más recorridos.  Algo que nunca aceptaba y me hacía sentir como que mi mente no funcionaba correctamente.   

El dolor de saber que nuestra pareja nos miente descaradamente no tiene parámetros y todavía peor cuando tratan de confundirnos como si tuviéramos mala memoria.

Una de las armas más utilizadas por el narcisista es la mentira.  Son amorales:  el fin justifica los medios.  Recuerdo una vez que dejé un dinero a la muchacha de la casa para hacer un pago urgente.   Ella lo puso en su habitación y me dijo antes de irse ese día que no habían recogido el dinero.  Mi entonces esposo estaba presente cuando me lo dijo.  Al día siguiente,  el dinero había desaparecido. La muchacha tenía años de estar conmigo y yo la conocía bien y sabía que era una persona honrada.  El narcisista había tomado el dinero pero aún así la culpó de habérselo robado sin ningún titubeo. Yo estaba segura que mi muchacha era honesta-  fue ella la que por muchos años cuidó de mis niños y nunca los hubiera dejado en manos de alguien en quién no confiaba. 

Me dí cuenta que su mente creaba historias y las acomodaba a su voluntad.  Fue igual la vez que me dí cuenta que se había hecho un tatuaje muy caro mientras yo andaba de viaje trabajando.  Me metió una corta y una larga sobre que el tatuador había accedido a un intercambio por su rutina de ejercicios- algo que yo sé por experiencia propia ningún tatuador que se precie de serio haría jamás. 

Hay algo peor que un mentiroso y eso es un brillante actor que se cree sus propias mentiras para manipular.   Estas personas tienen sus propias sombras sin resolver y las proyectan a otros con una superioridad moral inventada por ellos mismos.  

Siempre tienen la razón.  

Por supuesto que había una parte en mí que buscaba su aprobación y continuó en la relación enferma por años.  Pero también tenía tres niños con él y deseaba intentar hasta donde pudiera conservar el hogar por los bebés.   A pesar de todas las banderas rojas,  aún así en mi miopía lo veía como la fuente de amor para mi hogar y mis niños en vez de creer en mi propia fuente.  

Los narcisistas necesitan chupar energía.  Incluso después que lo eché de mi casa,  un año después que nació nuestro último bebé,  harta ya de tantas dobles caras,  continuaron sus intentos para llamar mi atención.  

No había día que no me escribiera con críticas,  juicios y toda clase de dramas.  No había día en que no tuviera que lidiar yo con sus propias inseguridades,  problemas e historias.

El narcisista intentará desestabilizarnos como si fuéramos nosotros la fuente de todos los problemas.  Se presentan como adorables y encantadores ante la gente,  pero sólo los que hemos cohabitado con ellos sabemos de sus inconsistencias morales y ese sentimiento intuitivo constante y horrible de que algo espantoso está por suceder.  

Me pongo a pensar en todas las veces que no logré agarrar sus mentiras. Pero recuerdo con claridad aquellas pocas que sí como cuando inventó que se había ganado una patineta en un sorteo y encontré la factura por más de $200 dólares en un pantalón.  El tema creció al punto que hasta sus padres y mis padres supieron de su inmadura decisión y quedó expuesto su acción delante de toda la familia.  Llegó al colmo de crear una factura falsa en la computadora aduciendo que se la había ganado.  Pero nunca se disculpó, nunca aceptó haber sigo agarrado ïn franganti¨...

Para este maestro del ataque patológico,  yo siempre era la ¨loca¨. 

Salirme de mi papel de víctima no fue fácil.  Fue gracias a mi práctica espiritual que comprendí que quedarme en esa relación sólo anticipaba más abuso y dolor a futuro para mi y mis niños.   Empecé a crecer,  a trabajar fuera de Costa Rica y viajar sola.  Mi mente y mi cuerpo empezaron a sanar simplemente por  
el alivio de estar lejos del ególatra. 

Hoy por hoy,   tomo responsabilidad por todas las mentiras que desee creer en nombre del amor a mis niños y a mi hogar.  Estuve casada con un monstruo misógino,  que me traicionó innumerables veces y que abusó de mis bienes materiales para surgir en la vida.  Esto me lleva a una enorme auto reflexión y a una realización muy importante de mis propios puntos ciegos: aquellos que deseamos ayudar a otros somos especialmente sensibles a este tipo de narcisistas patológicos.  

De toda esta experiencia de vida he aprendido que dirigirle energía a estos seres es echarle leña al fuego.  He aprendido que si hubiera seguido en esa relación en el papel de víctima hubiera desgraciado el resto de mi vida y la de mis niños.  Incluso con los eventos que estoy viviendo en este momento lejos de mi país donde mis bebés me fueron arrebatados por iniciativa de esta persona,  sé que no debo olvidar la mega lección en evolución que obtuve al sacarlo de mi vida.  Sé también que los hechos actuales son el intento vano de esa persona de seguir enganchado a mi energía,  si no es por las buenas entonces por las malas. 

Soy la creadora de mis experiencias.  Sé que mi desesperación de no poder controlar mi vida se fue difuminando cuando lo expulsé de mi casa.  Fue en ese momento de consciencia que supe que había cargado mi existencia de oscuridad al no poner límites claros y tomar responsabilidad personal.    El dolor y la vergüenza que sentí por muchos años cuando me sentía que siempre estaba haciendo algo mal,  se han ido disolviendo en la luz de la consciencia.   

Sin el miedo,  el narcisista no tiene poder sobre nosotros.  Intentan atacarnos en nuestras grietas pero estas se van cerrando a través de la libertad emocional que nos da poder hacer lo inconsciente consciente.  

Los narcisistas no pueden producir su propia energía.  Son inútiles seres que viven de otros como parásitos.  Necesitan succionar de alguien ya que les fue negado alimentarse de la energía de sus propias madres inconscientes e incestuosas.  Tuvieron que aprender a robar energía porque crecieron sin ella y van por la vida como vampiros atacando por doquier. 

La forma de matarlos de hambre es ignorarlos.  Aún en este momento de tanto dolor por la ausencia de mis niños,  mi energía está totalmente enfocada en mis pequeñitos y su bienestar.   Comprendo a la distancia que deshacerme de ese bicho fue la lección más importante de mi vida, la que más me costó por ser tan pegajoso y necio .  

A pesar de que sus intentos continúan ante su iniciativa de seguir conectado a mí a través de un proceso legal de años,  ahora lo observo como se observa un insecto insignificante.   

Cuando me solté y no estuve más para darle energía,  obviamente que encontró a alguien más que le alimentara su ego.  Ahí fue donde apareció la amante y en mi caso,  la mujer que es actual pareja de mi ex esposo.  

No hay palabras con qué agradecerte,  querida,  el haberte llevado esa escoria.

Salir de las garras de un narcisista es el acto más valeroso de toda mi vida.  El amor por mis niños me hizo tomar la decisión correcta en el momento preciso y hoy,  después de ya casi 7 años del final de esa historia,  escribo desde India,  un país que amo y que es ahora mi hogar.  

Es gracias a ese momento de valentía donde me saqué a esa sanguijuela que mi vida empinó,  al punto de terminar cerca de mi maestro y en la cuna de la espiritualidad en el mundo. India es mi amor y estaré eternamente agradecida con este lugar y con el amor de mi esposo indio y su familia que me confirman que hay seres puros,  que la vida simple es la más satisfactoria y que podemos estar profundamente conectados en el amor claro y transparente sin manipulaciones.  

Salir de la pesadilla me ha ayudado a apreciar este lugar más que nunca y todas las formas en que me ha mostrado su amor durante los últimos 17 años.  He visto su amor en amaneceres y atardeceres al lado de ríos sagrados;  en las sonrisas de niños pequeños que viven en la calle.  He visto su honestidad en los ojos arrugados de ancianos que esperan la muerte con alegría y en los cantos sagrados de mujeres vestidas en saris coloridos,  las mujeres más bellas del mundo.  

Sus montañas y su aire fresco han lavado las malas memorias de esa relación tan dañina que ayudó a despertarme y traerme de regreso adonde pertenezco.   Esta Madre  me ha acogido en su regazo silencioso sabiendo claramente las que he pasado y cómo sanar mis heridas y embalsamar mis cicatrices.   

India es sabia y sostendrá mi corazón hasta mi último día en esta tierra.  La transformación que he vivido en estos últimos meses de noches en vela y ayuno forzado lejos de mis bebés me han hecho recordar con lástima a ese hombre  y que hoy me ataca como su más reacia enemiga.  

A mí,  la mujer que le dio a sus niños,  sus únicos niños en esta vida. 

Pero mis miedos subyacentes se disuelven en la luz de la consciencia que me dice que mis guías nunca me han abandonado.  Fue gracias a su presencia que pude darle la estocada final a una relación donde me succionaron sin piedad.  Al igual que se corta la cabeza al vampiro al amanecer a pesar de sus chillidos y lo vemos desintegrarse con la luz de la mañana, así me paré frente a alguien cuya presencia en mi vida sólo me dejó tres regalos infinitos:  mis hijos.  

Es gracias a esta presencia amorosa de la sabiduría que huele a flores fragantes y se esconde tras calles ruidosas, que hoy puedo dar testimonio de que la oscuridad nunca triunfa.   Si así fuera,  seguiría yo en las garras de ese monstruo y en vez,  estoy en una tierra lejana que me alivia cada día y que me ama y me impulsa a seguir adelante.

Libre de las ataduras de mis propios fantasmas y anhelando un espacio de luz interno más cada día más abierto y extenso para darles la bienvenida a tres niños,  muchachos,  hombres:  esas tres almas que salieron de mí a pesar de todo y me aman tanto como yo a ellos y que clamarán por la otra mitad de su sangre en su momento.  

Esos tres hombres que verán disueltos sus karmas pasados en las aguas tiernas y poderosas de la consciencia universal,  por más difícil que haya sido su infancia y desarrollo cerca de gente sin alma.

Porque el Amor,  ese es el que lo ordena todo.