miércoles, 24 de octubre de 2012

Perdón

El vuelo es incómodo y largo.  Trato de descansar en medio del dolor de cabeza y calentura.  Es como si mi cuerpo hubiera decidido no participar de este viaje.  Se rebela y no acabo de tomar el primer vuelo cuando siento la fiebre subir muy alto.

Llegar a nuestra habitación en Boulder es una tortura.  Pero todo mejora hoy que voy a practicar.  Llego al estudio de Richard, una puerta con fachada amarilla muy sencilla. Abro la puerto y me encuentro con mi querida Mary,  su esposa.  Está guiando el Mysore.  El silencio es total.  Mis oídos reciben el regalo y me dispongo a abrir mi alfombra.  Mary me abraza sorprendida:  la última vez que me vio fue hace casi 3 años con la panza de 8 meses de Theo.  Viví un mes en Boulder mientras tomaba mi Teacher Training con ella y con Richard. Una de las experiencias más ricas y hermosas de mi vida.

El Mysore inició a las 6:30 am y ya son las 9 am.  Termina a las 10:30 así que no tengo mucho tiempo. Comienzo a moverme en medio de la fiebre y siento que floto. Marco me deja tranquilo sabiendo que esta es mi medicina.  Afuera está frío, aquí adentro tibio,  como el útero de una madre.  Me muevo a través de la Primera Serie con un profundo agradecimiento por estar con mi maestra.  La atmósfera en el estudio es de enfoque y profundidad.

Recibo sus ajustes con deleite.  En uno de los forward bends,  tengo una experiencia intensa.  Cuando subo del Ardha Baddha Padmotanasana- probablemente por una mezcla entre altitud,  fiebre y el viaje- de pronto,  me veo fuera de mi cuerpo.  Son instantes en que no sé adónde estoy.  Dura máximo 5 segundos y siento cuando entro de nuevo,  perdida,  desubicada.  "Seguro subí muy rápido y se me fue la sangre de la cabeza"-  me comento.  Y continúo,  sin embargo,  me invade una sensación de paz y silencio todavía más intensa.

Termina el Mysore y mientras camino por las calles de esta ciudad que amo,  empiezo a contemplar a todas aquellas personas que no he perdonado en mi vida.  Mi abuelo,  mi madre,  varias ex parejas que todavía recuerdo con dolor,  amigos que me han "traicionado",  gente que no ha llenado "mis" expectativas.  La suavidad y silencio internos producto de mi práctica de pronto me abren una ventanilla chiquitita de perdón:  realizo que sola nunca voy a poder hacerlo.  Soltar el dolor y sentir que los suelto a ellos.  Sin embargo,  si tan solo me rindo a esa fuerza del perdón-  que es mucho más grande que yo- y que está disponible para que yo la accese,  entonces puedo sonreír desde el fondo de mi corazón y realmente vivir esta vida.  Realmente vivirla.

Me preparo para ir a mi segunda clase en día,  esta vez con Richard.  Va a dar una clase de Detailing the Primary Series.  Emocionada,  feliz,  me coloco una a una las capas de ropa para que mi cuerpo tropical no colapse todavía más antes los 9 grados de hoy.  Me siento diferente.  Más abierta y dispuesta.

Los regalos de la práctica apenas inician...

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