sábado, 4 de agosto de 2012

Karina y las máscaras

La vida privada de cualquier persona es un bien jurídico valioso que merece toda la protección de nuestro sistema penal.

Esto lo aprendí hace muchos años en la Facultad de Derecho. Sin embargo,  en ese entonces no comprendía muy bien qué significaba esto.  Hasta esta semana.

Karina Bolaños fue víctima de un delito. Su vida privada pasó de ser un suceso de su ámbito familiar y personal a una noticia amarillista en CNN y Facebook.   La violación  a su esfera de privacidad es absoluta.  El daño irreparable.  Las consecuencias personales más que obvias.

Encima de esto,  fue víctima además de una injusticia profesional sin precedentes en nuestra querida Costa Rica.  En esta tierra que se caracteriza por gente cuya mayoría es de hacerse la vista gorda ante innumerables situaciones- desde corrupción flagrante hasta adulterios escandalosos- de pronto,  todo el peso de los juicios doble moral e hipocresía social cae sobre sus hombros.  De la noche a la mañana,  su nombre se tiñe con la sangre de muchos y muchas que antes que ella han roto los votos de la lealtad y fidelidad patrias sin consecuencias por muchos años.

El linchamiento es un acto salvaje y desalmado.  Sin que haya de por medio un sano juicio y un espacio donde ambas partes puedan defenderse,  se juzga a priori a alguien sin bases sólidas,  basándose en prueba circunstancial y fuera de contexto.  Basándose sobre todo en juicios personales y sociales.  Aplicando una vara que es inhumano aplicar entre seres humanos. Como dicen, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Costa Rica y especialmente,  San José,  es una pequeña aldea donde el corrillo y el chisme toman el lugar de la compasión y la solidaridad con otro ser humano en una situación dolorosa.   Si nos ponemos en los zapatos de Karina o nos imaginamos que ella es nuestra madre, hermana o amiga,  tal vez comprendamos las repercusiones tan graves que los sucesos de los últimos días han causado en su vida.
Tal vez realicemos que su dolor es el nuestro, sus errores nuestros errores y la injusticia de que fue víctima problema de todos.

Este hecho tan penoso pone en evidencia muchas cosas,  entre ellas la posición condescendiente de muchas esferas de la sociedad tica donde las apariencias son más importantes que la verdad. La filosofía de que la mujer del César no sólo tiene que ser buena,  sino aparentarlo.  Las apariencias ante todo. Las máscaras bien puestas en su lugar.

Que este evento de Karina nos ayude a todos a tomar consciencia de que todos somos humanos,  cometemos errores y necesitamos del hombro de nuestros hermanos.  Los juicios ante la vida privada de otro están de más,  ahora y siempre.   Busquemos actuar siempre con consciencia,  sabiendo que errar es humano.  Y cuando erremos,  sabremos quiénes son realmente nuestros amigos...y quiénes se unen a las voces que atacan a otro ser por ser simplemente humano....olvidando que ellos son uno más, vulnerable,  sensible y susceptible a equivocarse en cualquier momento.



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