martes, 10 de marzo de 2020

Festival del Perdón

Despierto a una fiesta de colores aquí en mi querida India.  

Un festival del perdón donde todo lo que anida en nuestro corazón que no sea amor se entrega en una ofrenda que alivia los pesos del alma.

Después de un año y cinco meses sin mis niños y un mes y medio de no poder hablarles por bloqueo del padre,  injustificado e irracional,  debería estar muy enojada,  amargada,  iracunda.  Tengo días así,  por supuesto.  

Pero puedo observar mis emociones y la mayor parte del tiempo resido en un lugar sereno,  calmo y amoroso.  Este es el gran regalo que me ha dado la Gracia en esta prueba tan intensa. 

Desde ese lugar puedo comprender el juego de la ilusión donde intenta escondernos el amor a través de jugarretas muy bajas y complejas.  Quiere confundirnos.  Quiere hacernos olvidar quién somos.  El juego de la amnesia espiritual es la estrategia de su treta:  intenta atraparnos en una maraña de pensamientos, sean positivos o negativos.  Juicios, opiniones,  chismes. 

Da igual,  el hecho es que nos distraemos.  Y vivimos la vida en una niebla mental y emocional donde tomamos las proyecciones de otros como verdad y reaccionamos con ahínco y vehemencia ante algo que es sólo un espejismo.

No puedo explicar con palabras la liberación que para mí ha significado poder comprender esto.

Ayer tuve la primera audiencia para mi caso,  después de muchos meses de estudio,  preparación,  lectura,  yoga y meditación y plegarias.  Muchos amigos en todas partes del mundo están orando por mis niños y tengo que decir que me sentí muy tranquila y acompañada.  Aunque estaba frente a una computadora al otro lado del mundo,  no es agradable ver al ¨enemigo¨- aunque sea un enemigo irreal.  Ver a quiénes me sustrajeron mis niños de manera inmoral me hizo temblar,  sentir un frío intenso y me dieron ganas de vomitar.  Pero profunda y tangible también  había una paz total.  

Rodeada de los pequeños juguetes de mis hijos que conservo como tesoros,  con la imagen de Jesùs y el Padre Pio entre mis apuntes,  lleno el corazón de amor por mis pequeños y sintiéndome su defensora de amor,  la audiencia transcurrió con intensidad aparente solamente porque yo estaba bien.  

Pude ver detrás de estas personas una confusión mental muy grande.  Pude sentir su ira,  su odio y su estrès.  Pude ver sus ojos turbios,  esos que no reconocen la diferencia entre el bien y el mal.  Pude sentir compasión por su sufrimiento.  

Estamos sufriendo todos,  no sólo yo.  No sólo mis niños.  La cualidad de la ilusión es que toma las mentes y crea guerras de poder.  La característica es que separa los cuerpos y estas unidades de consciencia y crea el sueño de la escisión donde sólo existe Amor.

En la realidad del Amor me siento sostenida y acuerpada.  No temo a la próxima audiencia porque hablar con la verdad del corazón es fácil.  Mis palabras serán dadas por la fuerza que creó a mis niños en mi vientre,  la misma que los hizo salir,  les abrió sus ojitos y puso sonrisas en sus labios.  La misma inteligencia amorosa que hoy me pide abrir mi corazón a todo y no hacer diferencias con nadie.  

Los que sufren,  màs que nadie,  necesitan de nuestra compasión total.

Ayer tenía que hablar y al final la defensa retiró mi confesión.  Fue una estrategia pésima a nivel legal pero posible.  No me pregunto la razón sino que solo agradezco los tres días extra que me dieron  para prepararme.  Leo, repaso,  recuerdo y rezo y por mas que busco no encuentro maldad en el padre de mis hijos,  sino en la gente que lo rodea.  Cuando conocí a esta persona me dí cuenta que la inocencia de su corazón era su don mas valioso.  Un don que hoy ha sido opacado por una mente confusa,  producto de las malas compañías y mucha ambición prestada.  

Mis niños llegarán a mí porque el amor de esta madre es el imán poderoso que no se vence con nada.  Así como me escogieron para ser su mamá así yo los escogí para ser mis niños.  Los acuerdos de alma no se borran  y el padre de mis hijos es parte importante de esta ecuación.  Que ahora está dormido,  anestesiado y atontado es temporal. 

Sè que realizará la dimensión del gran daño causado más adelante y también la presencia del enemigo en los seres que lo malaconsejan ahora.

Sé que llorará....porque dañar a unos niños pequeños y privarlos de su madre es una herida que no sana.  Un trauma que afecta el resto de la vida.  Intentaré, con toda mi fuerza y corazón  remendar esa herida, así como intento ahora recuperarlos para poder abrazarlos tiernamente en mis brazos y decirles que todo fue un mal sueño,  que nunca estuvimos realmente separados y que ya no tienen que vivir con miedo.  Que pueden ser escuchados,  que sus sentimientos son válidos y sobre todo,  que el amor de su padre y su madre es infinito y eterno.

Voy a mi audiencia del jueves a hablar de este amor.  No voy a atacar a nadie porque el amor no tiene rival.  El amor es lo único real.  Voy llena de colores por dentro,  en la gracia del perdón de aquellos que nos intentan atacar y no triunfan.  Porque frente al Amor,  todo maleficio cae.  Frente al Amor y la verdad, las brujas se deshacen,  los dràculas se desintegran y la luz prevalece.

He aquí el juego de la trascendencia. 

Una persona que amé mucho en sus momento despierta hoy en una cárcel en Costa Rica, producto de sus muchos errores de juicio, arrogancia e ignorancia durante toda su vida.  Incluso esta persona es más libre internamente que el padre de mis hijos,  a pesar de que está metido tras barrotes.  Tiene el don de la consciencia y también de la introspección.  

Adondequiera que un ser humano despierto está,  ahí lleva la luz de la consciencia.  La libertad no viene de las mentiras ni de los trucos,  sino de poder descansar en paz cada noche sabiendo que hicimos lo mejor que pudimos,  por más errores que cometiéramos,  en el nombre del Amor y en consecuencia con nuestro corazón.

Todos hemos sido prisioneros de nuestro ego- de nuestro miedo,  ira o deseo.  Todos tenemos la llave para liberarnos.  Todos tenemos la bendición de Dios para dar un salto cuántico hacia nuestro propio Ser y ser totalmente felices por el resto de nuestras vidas,  sea lo que sea que aparezca en el horizonte.  Todos llevamos la semilla del despertar por dentro.

Perdonémonos. 



jueves, 26 de diciembre de 2019

Eclipse de Sol en Capricornio

Dedico los últimos días del año a decantar mi mente y mi corazón.

En medio de una severa ola de frío aquí en India,  empiezo a comprender una ínfima parte de las verdades esenciales,  suspendida entre dos vidas que se conectan a través del hilo sagrado del amor.  Comprendo que la única realidad en este plano de existencia es la energía y que asir esta realidad requiere de un ingrediente importante,  raro en nuestros tiempos y escaso en nosotros los seres humanos y del que ahora disfruto en abundancia. 

El silencio.

Cada mañana,  muevo mi cuerpo bajo gruesas capas de ropa en mi alfombra,  sin conseguir el ansiado calor pero abierta al despertar paulatino de un rincón más en mi consciencia.   Cada mañana siento como la energía va despertando cada músculo,  cada hueso y también mi mente: mi pobre mente que ha sido comprimida al máximo durante los últimos meses.  

Esa que sabía en teoría nada más que lo que sigue a la contracción es necesariamente la expansión.   

Sin mi práctica de yoga probablemente hubiera sucumbido a la incertidumbre,  al miedo y a la extrema prueba de desapego que me ha tocado vivir.   Pero gracias a la estabilidad interna que me brinda es que hoy me puedo dedicar con serenidad a la divagación interna y procesar diariamente no sólo el trauma acontecido,  sino el trayecto de una vida dedicada en su mayoría al cuidado de otros seres.

Hace años que sé racionalmente que la impermanencia nos pide soltar lo que amamos.  Sea lo que sea que cultivemos en la vida,  sea una profesión,  una familia,  una relación,  todo está destinado a morir.  Aunque podamos sostener un matrimonio por años,  la muerte irremediablemente se llevará a alguien primero.  Nuestros hijos crecerán y harán sus vidas,  tal y como hemos hecho nosotros lejos de nuestros padres.  

La vida se renueva y nos toca abrazar el cambio. 

Pienso hoy en todas las madres que hemos dado nuestra vida para ser el canal y el soporte de nuestros niños.  En mi caso, empecé mi maternidad a la tierna edad de 23 años.  No sabía quién era,  no tenía idea de lo que quería en esta vida pero ya era mamá.  Por todo este tiempo,  de alguna forma creí que el gran amor por mis niños y todos los cuidados que les daba me salvarían de alguna forma del gran vacío, del gran hoyo de verme hacia adentro.  

Creía que de alguna forma acumularía suficientes méritos para no sentir el zarpazo frío de la soledad.  No es así para nadie y hubiera sido justo y cruel intentar tapar mis carencias con su presencia.  Pude anticiparme a este momento y en medio del corre corre diario,  comprendí que darles alas era el acto de amor más grande y que yo tenía que apañarme en mi búsqueda y volverla urgente.  

Porque entre más crecían ellos,  más cercano se sentía yo ese hoyo. 

El hoyo era estar yo sola,  frente a frente a mí misma,  sin roles de por medio,  sin ocupaciones diarias de escuelas,  tareas,  chofer,  enfermera, psicóloga,  mediadora, entrenadora y todos los papeles que las madres cumplimos para nuestros retoños.  El día llegaría en que crecerían y ya ellos encaminados en sus vidas,  me darían a mi la oportunidad inevitable de enfocarme en mi propio ser.  Anticipaba que ese día llegaría dentro de unos 10 o 15 años y que ese hogar cálido y amoroso,  el nido con pollitos me duraría todavía un tiempo más y me permitiría de alguna forma trasladar ese momento de encuentro inevitable a un futuro lejano. 

Sin embargo, la vida me empujó al vacío en sincronía con sus planes pero a mi parecer,  prematura y cruelmente.  Sé que en los órdenes del destino,  todo tenía que suceder como sucedió.  Sé que mi vida tiene un destino que ameritaba el destete violento de quiénes me proveían no sólo de identidad,  sino de sentido.  La identificación con el rol de madre es uno de los más fuertes y para avanzar en el camino espiritual es necesario deshacernos de todo lo que nos ata a este mundo material. 

Sé que mi mundo giraba alrededor de mis niños amados y ellos eran el alfa y omega de mi existencia como ser humano: yo era su mamá y como tal, encontraba la justificación para no tomar  responsabilidad completa por mi misma,  perdida en las mil ocupaciones que cumplir con mi rol lo mejor posible entablaba. 

Hoy, al no tenerlos cerca,  necesariamente me enfrento a un día a día muy distinto.  Al inicio,  fue amargo y extraño,  tengo que decirlo.  La violencia de arrancarme esa máscara me dejó el rostro en carne viva y no podía siquiera verme al espejo sin extrañar a mis pequeños.   El encuentro empezó a suceder luego de un año completo de asimilar el gran golpe de perderlos.  Mi duelo ha sido muy doloroso y no se lo deseo a nadie.  Pero también ha sido dulce reconocerme,  como cuando finalmente podemos conversar con alguien que anhelábamos conocer pero nunca teníamos tiempo de ver.  Cada día ansío de corazón conocer mejor a esa mujer que durante tantos años vi pasar tan de prisa,  llena de compras del supermercado,  ocupada en trabajar,  organizar,  viajar,  delegar y crear una vida de hogar para una multitud de muchachos.

Mi dharma como madre terminó para dar paso a mi dharma  como alma, como ser en transición. 

Qué hago aquí?  El sentido de mi vida ha sido recalibrado antes de tiempo y después de tantos años de seguir una ruta,  tener una agenda,  aferrarme a un plan me pregunto  

Qué quiere la vida de mí?  Para qué nací?  Cómo me preparo para el final?  Cuál es mi misión?

Quién soy?

Las preguntas se sobreponen unas a las otras y cada día aprendo un poco más sobre la inmensa ecuación de la vida,  ese balance entre determinismo y libre albedrío.  Comprendo que todo lo sucedido estaba de alguna manera predestinado,  así como lo estaba también conocer a los padres de mis hijos,  viajar por el mundo y encontrar a mi maestro.  Eventos de mi vida cuyos frutos veo crecer en algunas áreas mientras en otras sólo veo devastación.

Nazco a una vida contemplativa y serena aquí en India.  Una vida que no se parece en nada a mi vida como mamá.   Nazco a una consciencia de que mi camino espiritual,  cultivado por muchos años antes de llegar aquí,  es la causa lógica de estar acá y lo único que puedo sentir es una profunda gratitud por esa sed de verdad que de alguna forma,  en medio del diario vivir de una madre soltera llena de responsabilidades y con poco tiempo para dilucidar el sentido de su vida, me salvó y tuvo la sabiduría de crear un puente hacia lo que sería un futuro que hoy es realidad.

Mi paisaje interno se abre ante mis ojos y tengo la gran oportunidad de revisarme,  revisarme a consciencia como lo haría antes de mi muerte sólo que- espero en Dios,  con algunos años de anticipación.   Sé que he sido yo la creadora de cada encuentro,  la partícipe activa de cada emoción y lágrima.  He sido yo la confluencia de sangre,  países,  el hilo entre culturas,  la que conectó sin buscarlo almas que hoy se mueven con fuerza y determinación hacia sus destinos.   

Me pregunto que pasa con todo el ejército de mujeres que no tienen ese interés de pensar a futuro y de pronto,  se ven solas en casas vacías donde una vez fueron el centro y hoy son habitantes solitarias junto a recuerdos de niños y adolescentes que ya no están...


Qué queda sino el vacío de la soledad sintiendo que han perdido algo cuando en realidad no es así!  Cuando sea que la vida nos abra esa puerta,  cuando el momento llegue de enfrentarnos cara a cara con quién somos,  no como un rol más en una cultura que demanda perfección,  que nos oprime de una y mil formas y nos juzga sea lo que hagamos-  cuando llegue el día de ser libres a quién somos sin aspirar definirnos en función de otras personas,  ese día comprenderemos que lo vivido es, irónicamente,  la base  sobre la cual podemos afirmarnos para nuestro despertar.

La paradoja más profunda y compleja en la vida de las mujeres que somos madres es que necesitamos construir el castillo en la arena con atención y amor para luego permitir que el océano se lo lleve y quedarnos de pie en esa playa de horizonte abierto,  descalzas  preguntándonos,  a pesar de todo,  qué es lo que realmente vale en nuestra vida.

Ojalá ese día nos encuentre con algo adelantado. 

Ojalá tengamos la sabiduría de dedicar un rato cada día a desenmascararnos de esos roles tan pesados normales en nuestras culturas patriarcales y buscar un rato de silencio para ir hacia adentro.  Los niños crecerán y volarán como es su derecho y nosotras nos quedaremos en apariencia con las manos vacías de vida,  cuando en realidad,  será el comienzo de la etapa más productiva e introspectiva de nuestras vidas.

Saberlo me alivia y me entusiasma.  Hacerlo me apasiona y me conforta.


miércoles, 18 de diciembre de 2019

Petición de compartir- Blog bloqueado

Estimados lectores: 

Mi agradecimiento perenne por leerme y una petición para que compartan la última entrada,  así como todas aquellas que deseen.  El blog ha sido injustamente bloqueado en Facebook e Instagram,  señal muy positiva de que lo escrito es verdadero.

Eternamente agradecida,
Mariela

Antes del Eclipse

La búsqueda del sentido de la vida implica un consciencia de nuestros dones y talentos.  

Nuestro propio valor se encuentra escondido tras la pila de nuestros miedos e inseguridades y en el transcurso de la vida podemos escoger volverlos conscientes o huir de ellos con pavor y resistencia. 

Sea lo que escojamos,  la vida nos responderá con lo que necesitamos. 

Si escogemos abrir los ojos a la realidad de nuestra encarnación,  a la verdad de ser sólo fantasmas que dirigimos esqueletos cubiertos con carne que giran a velocidades siderales montados en un planeta que viaja a miles de kilómetros por esta galaxia,  podemos caer en el nihilismo de creernos solo eso.  La consecuencia fatal de tal realización significa para muchos un suicidio espiritual,  que en algunos casos extremos culmina en el físico.  

Algunos tienen la valentía de terminar vidas sin sentido pero en su mayoría,  la serendipia de la vida convierte esos cuerpos en zombies ambulantes sin inspiración ni sentido existencial.  

En este plano de dualidad,  la opción que queda es difícil y a veces se torna imposible.  Consiste en pedir acercarnos conscientemente a todo lo que nos puede aniquilar y esto amerita un deseo ardiente por la verdad.  Es fácil y cómodo vivir sin salirnos del cuadro,  sin atrevernos a ir más allá de lo que se siente fácil.  Puedo escoger vivir mi vida entre cuatro paredes,  hacerme la avestruz cuando aparecen las situaciones que ayudarán al despertar y negar todo lo que me duela,  me pinche o amenace. 

Pero en el fondo, no hay manera de escapar a la realidad de la impermanencia. 

Abrirme a quién soy ha implicado serios cambios de vida.  Hace mucho tiempo,  recuerdo que tenía una vida en Costa Rica que consideraba cómoda y bella.  Feliz de estar libre después de un matrimonio fallido,  pensando inocentemente que el camino del reencuentro conmigo misma podía saltarse con garrocha los viejos dolores,  las heridas todavía abiertas y los traumas acumulados,  todo en nombre de la práctica del yoga.  

Qué equivocada estaba.

Gracias a Dios que escucha nuestras oraciones más profundas y el anhelo de integración completa en el ahora,  el abrirme a mi propio ser sin soñar castillos en el aire me ha convertido en la heroína de mi propia historia.  Una historia muy triste desde afuera que implica la pérdida de lo más amado en esta vida,  mis niños adorados.  Pero desde adentro,  una trayectoria de crecimiento espiritual y fortalecimiento de mi fe que no podría haber planeado mejor y que me trae cada día oportunidades invaluables de realización de mis capacidades.

Cómo recreamos nuestro propio poder en medio de la devastación? 

Según mi humilde experiencia,  me ha sido necesario romper con lo conocido para realmente conocer el potencial de mi espíritu.  No lo conocemos cuando el piso parece firme,  cuando la relación es fluida,  cuando la pareja es amable o la situación del país estable. 

Que va.  

La conocemos cuando el piso desaparece,  cuando las alas deben crecer con urgencia ante la amenaza de estrellarnos de cara y rompernos todos los huesos en las piedras afiladas del miedo,  de la ira y del anhelo de venganza.  Subir hacia lo más alto implica primero una caída en picada hacia aquello qué más tememos y en la cual soltamos finalmente el mito de que controlamos algo en esta vida.

Somos un fantasma en un esqueleto cubierto de carne que viaja a miles de kilómetros en un planeta a toda velocidad y todavía creemos que tenemos el control?

Mostrarle a la vida la esencia de nuestro alma y corazón amerita una visita necesaria y productiva,  aunque infinitamente difícil, a  nuestra sombra.   A ese gran pasado que nos ha traído a este momento con todos sus apegos,  realizaciones y miedos.  Implica una revisión consciente de cada muleta que hemos construido para no sentir del descontrol de esta aventura vital,   cada temor pegajoso que hemos guardado en cajas de oro incrustadas con joyas que ocultan su poder en nuestra psique.  

Ha llegado el momento de abrir todas las cajas de pandora con sus horrores,  odios,  resentimientos,  agravios y venganzas.  Pero en ellas mora también la esperanza de que abriéndolas sabremos finalmente y de una vez por todas qué nos detiene en el anhelo completo por despertar.

El mayor apego de mi alma en esta vida eran mis niños.  Maridos no significaron nada en comparación con el amor por estas almitas.  País,  cosas materiales,  amigos,  trabajos:  un puño de insensateces en comparación con el deber mágico y tierno de tenerlos en mi vientre, parirlos, amamantarlos,  enseñarles sus primeros pasos y palabras y abrazarlos para dormir.  

Morir a mi realidad de madre ha sido la aniquilación del sentido humano de mi vida y a la vez,  el inicio de un camino donde mi alma ya sola, sin roles adheridos, se dispone a enfrentar la verdad de su composición-  sin nada externo que amortigüe el golpe y  horror de la pérdida. 

Sé que donde está lo más oscuro y temido,  también está el potencial de mi salto evolutivo.  No tengo dudas mentales, sin embargo,  humana y espiritualmente es imposible la ecuación.  El amor humano conlleva cualidades de alma que no se explican con los vínculos terrestres y especialmente con los hijos-  la relación de almas camina de la mano de nuestro propia identidad personal.

La cara espantosa del terror, impotencia y trauma vivido en el último año, la faceta inconsciente que llevaba en lo más profundo de mí: con ella he tenido que sentarme cada mañana,  con las ruinas de lo vivido,  contemplando el terremoto de lo viejo y con una actitud de doblegarme ante lo que hay y permitir que haga su trabajo en mí.  

La pérdida de aquellos que amamos entrañablemente y que está fuera de nuestro control conlleva la fatalidad y destino inevitable de estas vidas humanos.  Tarde o temprano todos tendemos que despedirnos de aquellos que amamos.  

Mi lección, sin embargo,  ha sido infinitamente difícil por lo prematura.   La muerte de la presencia de mis niños de forma  intempestuosa y cruel forma ahora parte de mi vida y es como el mito de Prometeo a quién el águila le comía diariamente el hígado.  Al ser inmortal,  su hígado se regeneraba cada noche y al día siguiente,  estaba condenado al dolor que lo mataba de nuevo.  Este año que cierra he aprendido a vivir con la paradoja,  con la sensación de muerte diaria y mirar diariamente a esta muerte intrusa con benevolencia y a pesar de todo, gratitud.  

En medio de este panorama desolador,  he recibido inspiración sobrehumana para reorientar mi propio poder personal ante los drásticos cambios en vida y entorno.  Más allá de mis propias capacidades,  lo considero un milagro el haber podido reorientarme cuando la ola me martilló contra el fondo del océano de la forma más violenta y aterradora.  

Cuando tenía 15 años,  casi me ahogo en una serie de olas gigantes en la costa de Tivives en Costa Rica.  Recuerdo este incidente con angustia pero no se compara para nada con el lidiar después de 12 meses con el ahogo diario de la ausencia de mis adorados niños. 

Esta ola ha arrasado con alguien que fui y que desapareció por completo dados los acontecimientos:  la madre dedicada,  la mujer resistente,  la yogini poderosa.  He mordido la arena en el ahogo de todo aquello que construí y amé, y aun ahí,  la Existencia me sigue dando.   La herida abierta es ahora parte de mi realidad y cada día la respiro con gratitud y generosidad.  

Ya no le temo.  Es parte de quién soy ahora y seré para el resto de mi vida.

La herida me ha mostrado caminos nuevos y he tenido encuentros significativos que han mutado mi relación con esta realidad humana para bien.  Sé que mi misión incluye el paroxismo entre agonía y éxtasis.   Sé que el servicio es mi destino y mi trabajo el ritual para el cual me están preparando.  

Reinventarme ha sido la constante de esta vida humana con sus sucesivas muertes y renacimientos y en medio de todo,  comprendo que no temo ya a los cambios radicales.

Romper con el pasado patológico empodera.  Romper las formas y sistemas de valores que ya no son actuales para nosotros innova.  El cambio puede venir a nuestras vidas de forma despiadada pero siempre tenemos la opción de responder desde la supervivencia o desde la consciencia.  

La disolución del ego y todo lo que es falso es mi plegaria diaria,  la pérdida el yoga que me une desde un lugar nuevo a la conexión con mi esencia y el sentido de mi vida. 

Y en medio de toda esta marejada,  el regalo de una serie de experiencias místicas disuelve lo que me separa de los demás,  incluyendo a mis supuestos enemigos y me reafirma que lo que tengo para entregar es frágil y vulnerable,  tierno como un pájaro recién nacido que abre sus alas al mundo por primera vez con valentía,  fe y resiliencia.

Nueva Delhi,  18 de diciembre 2019 
Antes del Eclipse 














miércoles, 11 de diciembre de 2019

Punto de quiebre

Mi vida transcurre en una paz que conozco por primera vez.

Mientras limpiamos la casa preparando el shala que nace en medio del invierno,  medito sobre el punto de quiebre-- ese momento que transformó por completo la toxicidad de los planos con que ingresé a esta vida.   Planos tóxicos,  repletos de crisis continuas,  secretos,  luchas de poder, manipulaciones emocionales y drama al por mayor.

El punto de quiebre es más bien la implosión interna que nuestro ser verdadero anduvo siempre buscando.   Más allá de la voluntad personal, el poder,  la resiliencia y capacidad de recuperarnos,  el árbol se sostiene con la autonomía de sus propias raíces desde siempre.  

Esa autonomía emocional que ya no nos es dada por la figura del héroe y sus hazañas,  el ave fénix y su vuelo desde las cenizas sino más bien por el paso firme hacia el amor propio y la tranquilidad.

Pasos silenciosos,  meditados y puros.

No hay más tensión emocional,  sólo la relajación del plantearme el milagro del aquí y el ahora.  Asentada en la amada rutina,  en la riqueza innata de los lazos honestos y amorosos y la confianza del momento presente,  sé adónde tengo que estar con una certeza infinita.   He soltado mis elecciones y he aceptado lo que sea que la vida me trae.  He rendido mis expectativas y confiado en que hay una Mano Mayor que todo lo escucha,  que todo lo ve,  que conoce el corazón de la gente y da a cada uno lo que se merecen.

La energía de vidas pasadas puede suspendernos en la locura y la insensatez de la ilusión por años.  He abierto en el último año múltiples caminos físicos, mentales,  emocionales y espirituales al viajar lejos de mi país de origen.  La búsqueda de la verdad superior es mi pan de cada día,  el sentido de mi vida.  He aprendido este año a rebelarme ante todo lo que me agreda y a ejercitar en cada situación la comprensión profunda de la naturaleza de mi poder personal.

Ya no sucumbo ante los ganchos que el drama me tiende.  Me he vuelto una con esa realidad que me confirma que mi poder personal crece a medida que lo ejerzo y me vuelvo invulnerable ante todo lo que ya no soy y escojo día a día no ser más.  

Es mi elección en esta aventura del saber y exploración del mundo que llamo vida.

Mi vida.

Dentro de toda esa nueva revelación,  nutrida por una veta intuitiva y protectora que me guía amorosamente,  llega a mí todo lo que necesito porque lo que soy es el imán congruente que abraza a la que es en esta conexión.  La conexión se nutre poderosamente de cada pensamiento que escojo,  selecciono y alimento y cuando algún polizón se cuela,  lo veo con compasión como ve uno a alguien que amó muchísimo en el pasado y tuvo que perder necesariamente para crecer.

Con nostalgia y alegría,  ambas mezcladas a la vez.

La autonomía de mi proceso mental me sorprende.  La claridad que estoy experimentando me impide relacionarme con quienes todavía consideran que invertir sus palabras en otras personas es productivo.  Invierto las mías en revisarme,  aclararme y conocerme y vuelvo a tomar de nuevo cada decisión que he tomado en este año 2019.  

Mi punto de quiebre.  
La implosión interna.

A veces no podemos cambiar lo que está sucediendo, pero siempre podemos escoger nuestra actitud y respuesta ante lo que la vida nos trae.  No podemos escoger porque las relaciones implican que tendremos que asumir el impacto de las acciones ajenas-  y decidir entonces qué hacer con ellas.  

Decidí hace un año alejarme de todo lo que me producía indigestión visceral,  asco mítico, una realidad que me revolvía el estómago de sólo pensarla.  Los diamantes de mis niños ajenos a ella en todo momento.  Y decidí bien...a pesar de que decidí con un corazón roto,  en medio de un estado de fragilidad interna que volvió vulnerable cada paso y en su momento,  no sabía muy bien si era lo más adecuado o no.  

Hoy comprendo que sí,  que fue exactamente lo que necesitaba para que mi vida floreciera.  

Observadora de todo lo que en algún momento intentó aplastarme-  ya que  yo misma lo había permitido por muchos años irreverentemente,  crucé el mundo para encontrar mi refugio en una tierra sagrada que amo desde hace vidas,  deshacerme de todo lo que me pesaba y dolía y sanarme con la gracia de mi maestro.  

El punto de quiebre incluía rendir el fruto de mi vientre a extraños y soltar todas mis pertenencias materiales pero aún así,  encontré aquí en pocos meses todo lo que mi vida al otro lado del mundo nunca me dio.

Encontré mi paz.

En los detalles íntimos de esta experiencia  que nace,  llena de amor y guarecida del frío en una cálida morada,  repleta de ternura,  presencia,  sabiduría y consuelo,  estamos creando un hogar dulce donde no hay grietas sino una solide  limpia y coherente que ha recobrado mi ánimo y respondido a los llamados entrecortados de mi propio corazón. Un corazón lleno de cicatrices que hoy palpita con alegría por la beatitud de un futuro que parece que se construye solo. 

Tan fácil estar en el lugar donde uno siempre perteneció.   

Busco por todo lado y ya no encuentro aquellos miedos... creo que se quedaron guardados en unos baúles viejos en Costa Rica,  junto con mis libros amados,  las fotos de mis pequeños y algún y otro dibujo que pronto me regalarán de sus propias manos.





viernes, 6 de diciembre de 2019

Babu Love

Today is my husband's birthday.  We are in single digits and the tough winter has started yet my heart feels warm and happy.

Meeting our significant one brings a lot of compassion to our lives.  Compassion first of all for ourselves and our attempts to find love in the wrong places.  Compassion to each other as we walk the path of life hand to hand.

We had a very intense 2019 and he was my best friend and support throughout it.  It started one year ago,  me with a broken heart after I exiled myself from my country.  What is legal is not always fair and I understood clearly I could not live anymore in a place where legality bypasses the sacred bond of love.

Coming to India with my soul broken-  something I never experienced before,  was tough and his loving arms and advice sustained me.  A broken heart I've had many times and i've recovered.  But a broken soul can only be mended by the power of spirit and the presence of my teacher.  Abhishek took me to my Guru when I had nothing in me- we went to Mysore last year so I could touch my masters' feet and see my ayurvedic doctor,  so broken and displaced I felt.  

Then the new year took us to Mumbai where I started teaching again.  This brought intense and immense joy to my heart.  The blessing of sharing what has healed me and put me in my feet again and we were taken care of in such good way by close friends.  

Three months in Europe was the next adventure.  We traveled to beautiful shalas,  lovely communities,  we met yogis from all nationalities.  He was with me traveling with his work,  knowing sometimes we were not in the best conditions to connect,  yet he kept going-  his presence my rock when I was feeling torn and sad again.

The year ended in Mysore, where we celebrated Diwali,  our first together as a couple.  That party was one of the best in  my whole life and even though the season was hard on my body to the max,  I could feel how taken care of I was everyday by him,  by my friends and by the sweet atmosphere surrounding my Guru.

Some think we are the spotlight when they see we are teachers,  when we do crazy things with our bodies or speak wisely.  I say we are not.  Those who sustain us and take care of us are the real deal.  I see many "amazing"  teachers out there and I think of their wives taking care of the children as they pose for the next photography in exotic lands or write their bla bla bla...i know for sure who is the real yogi there.  

I don't even care to read what they write. 

It's the same in my case.  Anything I can offer its because there is a presence who keeps me warm in winters, takes me to drink hot milk at night,  invites me to pursue my dreams or plans the next adventure together.  He knows what type of pain my heart carries from the absence of my children and he knows when I feel down and when to embrace me.  The power of connection and love is the power of yoga and he can almost read my mind.  

I honor and admire so much these wise women and men holding our backs who give so much in the secret of anonymity.

Today I bless this wise man beyond his years:  I honor his truthfulness and integrity.  I have known so many who say one thing and do another.  He makes me want to be a better human being.  He is always ruthless about compromising the truth for a lower compensation.  He is my adviser,  my teacher and my companion and now I understand why it took me so long to find him.  

I needed to experience the contrast in my past, to know face to face the manipulation and the lying;  to experience the greed and infamy to be able to fully appreciate truth and good heart in a human being.

I'm proud to be his wife even though I had already discarded from my life the institution of marriage.  He has made me trust again that two human beings can grow together,  support each other through the ups and downs and help each other evolve.  

He never wants the spotlight and he is off all social media.  There is nothing he wants for himself and in this unconditional giving he is showing me everyday what yoga really is.

I have so much to learn from you,  dear Abhi.

To all the hidden teachers,  to all the powerful masters,  i'm humbled in front of you.  I have a dear friend whose daily chore is to take care of two toddlers while her husband travels the world preaching "yoga".  I tell you, he is nothing in front of her.  He has the postures so what?  She is not even able to open her mat since her kids are all over her and she is mostly alone with them.  

He is "famous"  but who is the real yogi?  I have known her for many years and have seen her evolve into this deep soul whose writings are the best i've ever read.  Yet her life seems to be only the carrying of the water and the chopping of the wood.

She is a hidden jewel,  just like my Babu.  The real teachers,  the humble presences who capture the constant unending service the practice of yoga is about.

Babu is something adorable,  something we cherish beyond anything in this world.  



Happy birthday my Babu and please keep showing me what real yoga is.


domingo, 1 de diciembre de 2019

Let the practice prevail: keeping politics at bay in yoga communities

We are living times of turbulence in the spiritual realm.

Kali Yuga is here, time of darkness. It means our efforts will have to multiply to be able to succeed and true masters are scarce and rare, like precious jewels hidden behind much garbage and fake intentions of many false ones.

The true flowers of a practice don’t come out for many years. Many think it’s about the spotlight, the fame or the popularity. Specially in these times of social media where anyone can become a diva by simply buying followers.

Real gold is hard to find and not everyone deserves it.

This picture holds a lot of value for me because my guru and two of my most devoted students from Spain are in it. So much has happened since we first met and our lives have been completely transformed.

What I value the most about Diego and Victoria is the purity of their hearts: simple and transparent, straight and powerful.  Focused and scared,  the magical paradox of holding the extremes of our polarities and yet daring to jump into the unknown.

The flowers of our shala are committed students, mutual support and real friendship. There is no competition here for the attention of our guru- it’s unnecessary and distracting. There is only a very demanding practice to take everyday and a life to be transformed- no more and no less.

In my own experience- strong practice leaves us speechless.  It cuts through the noise of the mind and it’s ceaseless desires: desire to be the best, the most popular or the favorite. Those are petty issues in front of the hard work of shedding the layers of conditioning and going deeper in the truth of our beings.

True dharana, dhyana and maybe one day, who knows, full absorption into the Love if it’s meant to be.

Political lobbying is detrimental in a yoga shala- the aim of favoritism is another way of the ego. Many communities disappear when this happens and I love my community and cherish my teacher. He works so hard and needs our unconditional support and love- not the gossip, not the undermining, not the empty protagonism, the trying too hard to be seen and heard instead of focusing in going deeper in the practice.

Spiritual materialism builds a new personality- full of compassion, self decorated creations for public display. It’s full on narcissism of inorderly passion.

Self praise is no recommendation in our yoga community. There is no better than anyone, purer than others. This brings separation. We are all doing our best in our own sadhana and it’s personal and intimate, to be shared only with our guru. Children compete for the attention of their parents as any inmature creature may but times require us to mature in our practice and stand up by our teacher when he needs us- not for our personal pride but because times are heavy and samsara is attacking the true gurus from all fronts.

Shallow display of devotion is

Distracting.
Noisy.
Senseless.

Whoever gives, gives in the privacy of his relationship with his master and doesn’t require validation and self promotion. The Shala is a place to go deep- not to distract ourselves in chores that actually take us far away from the places that scare us.

In India we say when you are chasing two rabbits, both of them run.

Social media puts anything out of context. The depth is more important that the spotlight. I cherish my yogi friends who are low profile, who are true presences to look up to. You inspire me, the same as you Diego and Victoria.

My experience assisting these last month brought a lot of clarity. I could observe many things, including those who want to shine without doing the foundation work first. Progress in Ashtanga yogis is measured in decades, not years. Presence is something we cannot achieve prematurely and it comes after many heartbreaks and humble intention to be in our mats no matter what.

Students passion, humour and devotion is a residue of a well groomed practice in the intimacy of tears, sweat and the blessed connection to our master.

Students who are constantly looking for validation and lack depth in the practice are like a fly in the atmosphere that obstructs those who are serious enough.

Let’s not look outside- stop trying so hard. Focus on the series, the tool to transform our fears into power.  The means to calm the mind and it’s infinite unworthiness.

Are you truly committed to your transformation?

Are you willing to let go of your personal agenda?

Are you honest and pure in your intention?

Everything shows in your practice: not in your insta feed or your stories.

Are you speaking about someone else behind their backs?

Are you gossiping about what you don’t really know?

What is your bottom line fear?

When are you finally going to address it?

We are in the perfect place to dissemble everything that is not you.

Being with our teacher should never be taken for granted. We deserve it only  if we have the seriousness to stop the insanity of the old pattens brought into this sacred space. This takes time and focus, commitment and fearlessness.

Let’s go deep and be silent.
Let’s do, really do, this blessed practice.

Forget about the spotlight.
You are loved just as you are.

Mysore, December 1st, 2019